Opinión sobre el Acción11MAD!

Hace unas semanas, Violeta Martínez me lanzó el guante con la siguiente propuesta:

Estoy haciendo una reseña sobre el Festival Acción!mad, que consiste también en contrastar opiniones, y me gustaría, si te parece, que me contases de forma anónima o no, qué acciones te interesaron más y algún comentario si fueras tan amable, también sugerencias para mejorar si tienes alguna.

He de reconocer que me ha costado escribir lo que quería decir, porque es algo crítico, quizá un tanto duro injustificadamente, pues no tengo en cuenta el esfuerzo de los artistas a los que he puesto a caer de un burro, como se diría burdamente; amén de haber despotricado, casi, contra las organizadoras, Nieves Correa y Yolanda Pérez Herreras, que sé que hacen todo lo que pueden y que dan mucho más de lo que yo he dado nunca por este arte. En el caso de Nieves, sé de su buen criterio para seleccionar artistas, así como sus habilidades para conseguir financiar un proyecto que, sin alguien como ella, habría desaparecido hace años. También del humor y la cualidad trabajadora de Yolanda, de su calidad como persona, afable y simpática, así como no dudo de la capacidad técnica de Fernando Baena, quien se encargó de registrar en soportes electrónicos el evento para la posteridad.

Después de pensarme muy mucho si quería decir lo que he dicho, me he lanzado irreflexivamente a contestar a Violeta con la más profunda sinceridad como bandera. Y ahí está lo que le he respondido:

Hola Violeta,

Perdona que haya tardado tanto en responder. Es más que probable que ya no necesites para nada mi opinión. Pero no quería dejar sin respuesta este email antes de irme de vacaciones…

No creo que haya visto este año todas la acciones que habría querido, por diversas cuestiones, entre otras porque la programación es extensa, cubre muchos horarios dispares y no siempre tengo tiempo para asistir a ellas.

He podido estar los 3 viernes que ha habido en el encuentro de este año, de ahí que solo me atreva a comentar (y con mucho pudor) las pocas cosas que vi:

Voy a ser bastante generalista, pero no porque no quiera comprometerme, sino, sobre todo, porque apenas recuerdo alguna de manera especial.

Cada día me interesan menos las acciones muy teatralizadas en las que predomina la puesta en escena más o menos grandilocuente sobre la ternura de la acción, la poética visual que en su día me atrajo especialmente de este lenguaje. Es algo personal, pero espero que una opinión sea eso, personal.

¿Quiere esto decir que lo que vi era muy teatral?

No, la verdad es que encontré que, como siempre, se elige con muy buen criterio a los artistas que se traen a este encuentro, labor que realiza magistralmente Nieves Correa, a quien no dejaré de agradecer su esfuerzo y dedicación en una empresa como esta.

El Viernes 11 de noviembre:

Me gustó la sencillez de Othman Fekraoui (Marruecos), en OffLimits, un espacio tan maravilloso para la performance que no puedo imaginar otro mejor, demostrando que este lenguaje sirve, entre otras cosas, para eliminar fronteras, aunque, como de costumbre, empiezo a estar hecho a la idea de que la participación del público de manera casi entretenida va a ser un ingrediente previsible de la acción, hasta el punto de que esperas que te ocurra que se acerque a ti el artista y te diga o sugiera que hagas algo, con lo que se establece un vínculo entre artista y público que, por un instante, siente que deja de ser público espectador para asumir un papel algo más activo.

Lamentablemente, por motivos personales que no vienen al caso, no pude quedarme al resto de acciones que nos permitían asomarnos a lo que está haciéndose tan cerca de nuestro país y, sin embargo, siempre visto con tanta distancia. De nuevo, aquí, mi enhorabuena a Nieves, por proponer este día dedicado a Marruecos, quizá coincidiendo con los recientes acontecimientos del norte de África (la famosa primavera árabe).

El Viernes 18 de noviembre: Ieke Trinks (Paises Bajos), Mathieu Bohet (Francia), Restauracja Europa (Polonia)

Me aburrí bastante con el postmodernismo multimedia de Ieke, a quien me gustaría entrevistar para conocer en profundidad su visión de su acción, que no dejó de interesarme por aburrida. Me pareció demasiado larga y opaca. No acabé de entender la necesidad (salvo por los medios que podía precisar) de utilizar un espacio diferente, salvo quizá la demanda de convertir su acción en una teatralización hierática y algo pretenciosa.

La acción espectacular de la pareja casi cómica de Restauracja Europa (Polonia), me pareció flaquear por la falta de radicalidad al demandar su acción una oscuridad total y no tenerla. El juego visual que proponían con la lámpara ultravioleta quedaba muy mermado por culpa de un foco que no estaba apagado en la esquina del espacio. Es posible que fuese una exigencia de la sala, pero no me acabó de ilusionar por esta limitación de lo visual, que, por otra parte, era lo único interesante de esta acción, desde mi punto de vista, siempre. Como en el caso de la acción del marroquí, también era previsible que el público, espectador casi siempre, acabase teniendo que relacionarse activamente a través de una comunión que parece estar siempre presente en las acciones que se programan.

La radical y simple acción de Mathieu, quien según creo no estaba en el programa inicial, recordándonos que acción es caminar, como ya antes lo hiciera Esther Ferrer, o contar, o respirar, me atrajo singularmente. Tan solo con la sencillez de una caminada en cruz, contando, concentrado, los pasos, respirando en una especie de trance real, casi como un derviche, atraía mi atención que no podía dejar de ver que, con esta simpleza, con esta acción, el artista nos estaba dando lo más puro de su yo, su propia realidad de ese momento, no ensayado, no espectacular, no grandilocuente, extramuseístico y, sin embargo, adaptado a la perfección al espacio que se le había sugerido, adoptando la cruz que proponen las columnas del Matadero para jugar con ellas y no contra ellas.

Y terminar con una espiral tan simple como potente, visualmente inabarcable, que inducía a pensar en la infinitud de las repercusiones de una pequeña modificación del espacio, al modo de una enorme metáfora de efecto mariposa.

El viernes 25 de noviembre:

Tuve el placer de divertirme con la Performance de Muda Mathys y Sus Zwick en el Auditorio Sabatini del MNCARS. Fue divertida y, por momentos, profunda, también demostrando esa cualidad que mencionaba antes del arte de acción como libre de idiomas, pero no de lenguaje. El lenguaje era algo recargado, pero su control de los tiempos permitían digerir sus mensajes sin resultar abrumadores. Especialmente recuerdo con agrado el juego que hicieron del proyector, en una pantalla irregular, algo inhabitual entre los que nos limitamos, en muchos casos, a su uso rectangular.

En general, las acciones me parecieron algo predecibles, plagadas de convencionalismos, pero algunas de ellas me recordaron que el arte ha de estar en continua evolución y que si se estanca tiende a oler mal.

Pero lo que menos me gustó fue, sobre todo, que a ese público más o menos entregado, no se le atienda ni lo más mínimo, no aportándole información que le sirva para ir procesando lo que va viendo, al mismo tiempo que prestándole una atención que me parece que merece, asumiendo que todos sabemos el programa, que todos los asistentes conocen a todos los artistas, que es un trabajo que deben hacer. Está claro que puede ser una propuesta intencionada para que el espectador no se resigne a su papel pasivo de otro tipo de espectáculos, pero no vi demasiado un tipo de acciones que no fuesen en vías no teatrales. No me parece razonable que haya una proyección de una entrevista a una artista alemana subtitulada en inglés. Creo que es pedirle demasiado a un público que, después, nos extraña que no quiera aparecer por este tipo de encuentros.

Hay una desconexión absoluta entre un desconocido que entrase a ver una de las acciones y los organizadores que, y aquí vuelvo a insistir que se trata de mi humilde opinión, no saben o no quieren prestarles la merecida atención para facilitarles su acercamiento. Los que somos conocidos no sentimos esto, puesto que nos atienden, nos saludan, nos informan, pero el público es público, no privado.

Sé que ha quedado un mal sabor después de leer este texto, bastante crítico, pero necesito ser sincero sin saber si yo lo sabría hacer mejor. En cualquier caso, agradezco que este tipo de encuentros existan y espero que puedan mantener su actividad en los tiempos que se avecinan, de pérdidas de subvenciones para el arte, especialmente las relacionadas con expresiones tan alejadas de lo convencional como debería ser la performance. Y quienes este año lo han hecho posible merecen mi total respeto y reconocimiento.

Un cordial saludo,
Giusseppe Domínguez

Esto no es una broma