Facebook y su intimidad

Hay una persona que me consta que lo es (ya me gustaría poder decir lo mismo de muchos de los nombres de cuenta de Facebook) que, desde hace un tiempo, viene queriendo ser conocida como Intimidad Romero (ya es mucho que dé apellido) y que postea y perdón por la palabrita, fotos formidables en las que su imagen es alterada mediante la pixelación intencionada de parte del retrato.

Pues bien, parece ser que el equipo de FB ha decidido que no puede tener una cuenta con ese nombre y que en la foto de su perfil no puede tener esa imagen (tengo muchos «amigos» de FB que tienen en sus perfiles fotos de sus mascotas, a quienes no reconozco, otros muchos, emblemas más o menos revolucionarios, más o menos modales, de moda). Aducen que no se la reconoce.

Pero vamos a ver… Yo puedo entender que las obsoletas leyes del siglo XX aún se pretendan aplicar sobre algo como FB, asumiendo, no hay que olvidarlo, que se trata de una empresa de un determinado país donde uno de los partidos mayoritarios usa ese mismo color en sus campañas, pero sé que es por casualidad… ¿verdad, Obama?

Yo puedo entender que se busque reducir el riesgo de quienes están siendo tan ingenuos de mostrarse tal cual son, quizá por la incapacidad de tener otra forma de hacerlo o quizá por la falta de voluntad de hacerlo, aunque nadie se muestra como es, salvo que sea completamente superficial, por una cuestión tecnológica más que nada.

Yo puedo entender que se intente averiguar (en esa empresa) si tal o cual cuenta pertenece y está siendo usada por aquel que dice serlo y usarla, pero, como alguno de sus comentarios afirman, ¿cómo puede haber cuentas con usuarios que están muertos desde hace décadas?

Yo lo puedo entender casi todo, sí, soy comprensivo y entiendo, entiendo… es una empresa privada y hace lo que quiere y lo que le da la real gana, con unas normas un tanto ambiguas que han permitido su existencia durante años antes de pedirle que aporte pruebas (que nunca le habían pedido) sobre su verdadera identidad. ¡Ay! Venga, también lo vamos a entender. Se les habrá pasado. Será que ya no pueden hacerse los despistados.

Yo puedo entender la arbitrariedad de esta empresa que ante algunas denuncias decide investigar, tomar partido, exigir cumplimientos… y me dan ganas de denunciar a todos mis amigos, que todos incumplen algo, a ver si FB decide prescindir de ellos o exigirles un riguroso cumplimiento de legislaciones que son (no lo olvidemos) normas internas de una empresa privada, ni siquiera las de un país como EEUU o España. Venga, vale, lo entiendo, lo acepto o no… y todo eso que ya me sé.

Yo lo puedo entender todo… que sí, que lo entiendo… pero…

Me parece mentira que esta empresa tenga verdaderos propósitos de seguridad en sus peticiones y no, tan solo, una respuesta automática a unas peticiones exigidas desde administraciones que no se dan cuenta de la transformación que ha llevado a cabo la aparición de Internet en escena.

Hace más de 20 años que tengo conexión a Internet. Entonces, uno de los servicios más usados eran lo que se conocía por «las news«, eran grupos organizados jerárquicamente, con un protocolo de transferencia entre servidores que mantenían estos grupos como si fueran foros libres en los que (salvo alguno moderado) todo el mundo vertía sus opiniones y enriquecía, de este modo, la convivencia.

Yo solía acudir al grupo soc.culture.spain

Había gente de muy diversas partes del mundo escribiendo en él, en español, principalmente, y era una especie de lugar de debate donde la gente decía ser quien decía ser… no importaba si eran o no quienes decían ser. No se trataba de tener un encuentro carnal, sino de generar vínculos entre usuarios, no entre personas, entre identidades virtuales, que no son lo mismo que las identidades carnales ni las espirituales.

Recuerdo que una vez me dijeron que no me fiase de una tal begowhat4, porque seguramente era un hombre. Yo contesté a quien me dijo semejante ridiculez que no me importaba una mierda, que mi relación con begowhat4 no era carnal y que si a esa persona le hacía ilusión hacerse pasar por una mujer me daba absolutamente lo mismo, sabiendo que gracias a las conversaciones virtuales con esa identidad virtual había logrado sentirme menos solo.

¿Qué importaba que fuese hombre, mujer o, incluso, un replicante?

Está claro que lo que no ha conseguido hasta ahora FB, ni toda la internet en general es lograr un avance mínimo en la comprensión de la naturaleza humana. Nos podía haber ayudado a comprender qué somos, a analizar la importancia de la identidad, del ser, si es que hay tal cosa, pero no hemos avanzado nada en esta línea. Por un momento tuve la esperanza de que sí que avanzaríamos, pero fue un espejismo.

Usenet cayó en desuso, con esa caída se fue adueñando de toda la tecnología subyacente y del archivo de toda esa información distribuida, esa red 2.0, quedó en manos de Google (otra empresa privada) que ahora lo llama Grupo de Noticias.

FB inventó está tontería de las redes sociales con la pretendida querencia por ser voz de libertad, pero es solo apariencia, detrás de ello están los intereses (legales) de una empresa que desea hacer dinero a cuenta de tener muchas cuentas que compartan datos, que la posicionen en un lugar inmejorable para negociar su espacio publicitario, sin querer pensar mal y ponerse paranoico haciendo oídos a los rumores de la conexión entre FB y la CIA o los servicios secretos de EEUU.

Aún así, el uso que se le podía dar era el de una aplicación privada con bastante «cancha» para dibujarse a uno mismo como se desea mostrarse al mundo… pero no, quieren pruebas carnales… ese será el próximo paso. Pero ya ni eso.

¿Por qué no vincular el ADN a las cuentas de FB, o Google, o …?
La tecnología es fácil de hacer y está a la vuelta de la esquina… un verdadero login único, algo que se nos colará como más seguro, más fiable, más fácil: pinchar un detector conectado a un sistema de reconocimiento biométrico que, cifradas, eso sí, las comunicaciones, le proporcionará garantías a empresas privadas de que somos quienes decimos ser.

Matrix, la película, es más real de lo que creemos.

Esto no es una broma