Ventana, M-20040126

Hay mucho que decir y yo balbuceo frente a un cristal empañado. Llueve fuera. La lluvia me trae frío y su calor está pegado a mi piel. Hay un río de lava en su alma que calienta mi volcán hasta la erupción radical que necesitaba. Sus pitidos me apegan al mundo.

Es un grito: no, es solo una voz muy alta que pide un beso. Al otro lado de esta inundación sus despertares son hojalata verde como esa alhacena de rinocerontes en la ducha. Ábreme el p con un cran tomate anaranjado. Sus dientes d d d d d me ninean. No lo ves, se me rompen las palabras. Es in e vi ta ble.

Ta ble tas de turrón.

Y mientras…

                   Mª Luisa duerme porque ayer quedó viendo su programa favorito en la televisión. Sus ojos duros se llenaron de humedad y por eso llueve hoy. Sus lágrimas grises caen rodando las aceras verticales del tiempo. Nuestros ojos tienen un tren de cercanías, un raíl de plomo que se vierte hacia el sis sis sis con crot. Tienen ton una sí.

No ves? Me pierdo. No me encuentro aunque nunca ha habido una verdadera voluntad de saber dónde.

Mª Luisa no tiene la verdadera impresión de ser. Y, si no se, quizá, yo debería. Claro que por otra parte.

La ducha sigue llena de rinocerontes.

Ventana, M-20040125

Ayer estuve mal, muy mal. Yo culpable muy culpable de lo inapropiado de lo inapresable ia ia ia.

Ayer.

Hoy estuvo raro. Seminublado. También el clima estaba así. Está así. El pasado es presente y lo demás es una nariz afilada como un garfio protestando graznando por un exceso injustificado de formas verbales no correspondidas con el paso del tiempo. Tiempo nublado. Nublando. Nublador de horizontes sin aguaceros en los que cabe contra la pena un ruido de rinoceronte con la cabeza amarilla. Sus ropas están siempre cortejándome.

Reaparece Mª Luisa en un pasado imperfecto, casi se podría asegurar que un futuro incierto. Y digo casi por casualidad y no de forma premeditada. Quiero conocer los más íntimos pensamientos y sentimientos de super b y no sé si tendré la fuerza suficiente para medirlos en la medida de todas las cosas. El sol sigue siendo plano y resacoso. Mª Luisa bebió ayer 2 gotas de vino tinto de una garrafa avinagrada. Hoy siente un tremendo dolor de cabeza. Cierra las persianas en el vano intento de evitar el día. Hoy.

Pasa, despacio, bajo la alfombra y se cuela junto al precioso tocador que le regaló su madre.

Esto no es una broma