Antropología Cultural: Lenguaje y Cultura

Antropología Cutural, de Marvin Harris, 1983. Ed. Alianza Editorial.

Algunos de estos textos los voy a usar o mencionar en el Proyecto de Organización Filogenética de Lenguas del Mundo. Le he puesto un nombre un tanto ampuloso, pero al mismo tiempo descriptivo y suficientemente claro. (POFLM)

El capítulo 3 del libro, titulado Lenguaje y Cultura, tiene las siguientes perlas:

Productividad del lenguaje humano

Somos capaces de producir un infinito número de mensajes sobre un infinito número de temas.

Desplazamiento

Un mensaje se considera desplazado cuando ni el emisor ni el receptor tienen contacto inmediato directo sensorial con las condiciones o sucesos a los que el mensaje se refiere. […] Desplazamiento es la característica que normalmente tenemos en la mente cuando nos referimos al lenguaje humano como poseedor de la capacidad para transmitir información abstracta.

Arbitrariedad

La facultad de adquirir la universalidad semántica está determinada genéticamente. Sin embargo, los actuales componentes de los códigos del lenguaje humano están virtualmente libres de limitaciones genéticas. […] Los elementos del código del lenguaje humano carecen de cualquier relación físicamente regular con los sucesos y las propiedades que ellos significan. Es decir, no hay ninguna razón por la que la palabra «agua» tenga que designar el agua. En definitiva, el lenguaje humano es arbitrario.

Estructura Profunda

¿Cómo es posible que podamos crear tantos mensajes diferentes y sea posible entenderse? Nadie posee la respuesta exacta. Según Chomsky, toda expresión tiene una estructura superficial y una estructura profunda. Las estructuras superficiales pueden ser distintas pero las estructuras profundas ser idénticas. […] Un rasgo esencial en esta noción sobre la gramática es que, en sus niveles más profundos, todas las lenguas humanas comparten una estructura específica de especie común innata.

Clasificación jerárquica de lenguas (en superiores e inferiores)

Tras el eurocentrismo decimonónico, los lingüistas estaban convencidos de la superioridad de determinadas lenguas sobre otras, poniendo casi en la cima al latín. Sin embargo, diversos estudios del siglo XX han demostrado que esa suposición era insostenible. […] Las diferencias entre lenguas son superficiales. La productividad semántica es infinita en cualquier lengua conocida. Cuando surge la necesidad social, en cualquier lengua pueden desarrollarse los términos propios de la civilización industrial. […] Ninguna cultura falla por falta de palabras, por lo menos no durante mucho tiempo.

Otra forma por la que se reclama una superioridad lingüística se asocia a la existencia de las variaciones dialectales características de las sociedades estratificadas. A veces se comenta que un determinado grupo étnico o clase social tiene una gramática deficiente y una pronunciación incorrecta. Tales críticas carecen de base firme desde el punto de vista de la ciencia lingüística excepto si consideramos que todas las lenguas contemporáneas están contaminadas y son versiones subestándar de lenguas anteriores. Cuando una variante dialectal se considera «inferior» de lo que se trata es de un fenómeno político más que de un fenómeno lingüístico. Rebajar los dialectos a un estatus inferior forma parte de un proceso general mediante el cual los grupos dominantes intentan mantener su posición superior.

Lenguaje, pensamiento y causalidad

Una importante cuestión es hasta qué punto las diferentes gramáticas y categorías de palabras producen habitualmente formas incompatibles de pensamiento entre gente que pertenece a diferentes comunidades lingüísticas. Según Benjamin Whorf, cuando dos sistemas de lenguaje tienen gramáticas y vocabularios radicalmente distintos, sus respectivos usuarios viven en un mundo de pensamiento completamente diferente.

Cada lengua es un enorme sistema de modelos, diferentes de otros en los que se encuentran culturalmente ordenadas las formas y categorías por las cuales la personalidad no solo comunica, sino que también analiza la naturaleza, recoge o ignora tipos de relaciones y fenómenos, canaliza su razonamiento y construye el edificio de su conciencia. (B. Whorf, 1956: 252)

Las lenguas difieren en que disponen de ciertas categorías obligatorias incluidas dentro de sus normas gramaticales. En inglés hay que especificar el número. En las lenguas romances hay que indicar el género de todos los sustantivos. En ciertas lenguas indias americanas hay que indicar si un objeto está cerca o lejos del que habla y si es visible o no. Estas categorías obligatorias con toda seguridad no son indicativos de ninguna tendencia activa psicológica que suponga una obsesión respecto a los números, el sexo o la localización de personas u objetos. Sin embargo, no deberíamos sacar la conclusión de que los convencionalismos gramaticales son siempre triviales.

Cambio lingüístico

La lengua, al igual que otras partes de la cultura, está sufriendo (yo diría disfrutando) cambios constantemente. Estos cambios (fonéticos, morfológicos o gramaticales) se identifican con frecuencia como diferencias de dialecto tales como la distinguen la forma de hablar de un americano del sur de la de los habitantes de Nueva Inglaterra o de la forma de hablar de los londinenses. Si grupos procedentes de estas tres zonas se fuesen a vivir a distintas islas y perdiesen todo el contacto lingüístico unos con otros y con sus zonas de origen, sus formas de hablar dejarían de ser mutuamente inteligibles. Cuanto mayor fuese la separación, menos semejanza habría entre ellas. El proceso de formación de un dialecto y el aislamiento geográfico son responsables, en gran parte, de la enorme diversidad de lenguas. Muchas de las lenguas mutuamente ininteligibles de hoy día son «hijas» de una lengua «madre» común.

Las lenguas también pueden cambiar sin que exista ninguna separación geográfica de las diferentes partes de la comunidad oral. Por ejemplo, el inglés moderno pude ser considerado como una «corrupción» del inglés antiguo. En efecto: todas las lenguas modernas son «corrupciones» de lenguas más antiguas.

En definitiva: cada una de las lenguas contemporáneas habladas no es otra cosa sino la versión transformada de un dialecto perteneciente a una lengua anterior e incluso en ausencia de testimonios escritos, las lenguas se pueden agrupar basándose en su «filiación» respecto a un antepasado común. Así, por ejemplo, en un periodo remoto, la lengua protogermánica occidental estaba indiferenciada de un gran número de lenguas incluyendo formas ancestrales del latín, hindi, persa, griego, ruso y gaélico. La lengua «madre» de la que derivan es la llamada proto-indoeuropeo.

Glotocronología

Los lingüistas han desarrollado una técnica para fechar la separación de una lengua de otra. Esta técnica se denomina glotocronología. Está basada en el supuesto de que, debido al préstamo y a cambios internos, cerca del 14% de la mayoría de las palabras básicas del vocabulario de una lengua se renueva cada 1000 años. La glotocronología se basa, por tanto, en la premisa de que no solamente las lenguas cambian sino que lo hacen a un ritmo constante que se puede predecir.

Lenguaje y conciencia

La lengua no nos proporciona necesariamente libertad de pensamiento; por el contrario, a menudo nos atrapa en errores y mitos. Debido a que vivimos de la cultura y a que nuestras mentes están moldeadas por la cultura, tenemos más cosas de las que ser conscientes que otras criaturas. Debemos esforzarnos para entender cómo la cultura controla lo que ocurre dentro de nuestras mentes. Sin este nivel adicional de alerta, la mente humana no puede considerarse plenamente consciente.

Esto no es una broma