Pastel de carne

Ayer hice la comida siguiendo una receta que hacía mi madre (aunque no sé si era exactamente así) y que me acabó de explicar mi hermana (aunque ella tampoco la hace así).

Es muy fácil, eficaz, rica y nutritiva. Quizá algo escasa de fibra, pero se compensa con un primer plato que puede ser unas verduras a la plancha o, como hoy, una sopa de verduras. Ah, no, la sopa de hoy será una sopa de caldo de cocido que Carmen hizo la semana pasada y congelé parte del caldo para usarlo… hoy!

Ingredientes (para cuatro personas, diría):

Una cebolla muy grande o una cebolla y media si sin medianas. Esto último es lo que yo usé.
Tres tomates. Para esta receta me gustan los de pera, maduros, bastante maduros, casi al borde de ponerse malos… pero yo usé, sin embargo, tomates de rama y poco maduros, de esos que parecen un poco artificiales.
Un diente de ajo.
Un chorreón de aceite de oliva. (No sabría decir exactamente cuantos centilitros, pero, por aventurar, diré unos 30 centilitros (teniendo en cuenta que la precisión en los ajos y en las cebollas y los tomates tampoco es lo más característico de esta descripción de ingredientes, no creo que sea muy criticable que se empleen términos como chorreón o pizca)).
Unas pizcas de sal.
Una cucharadita de azúcar.
Un toquecito de pimienta negra en polvo.
500 gramos de carne de ternera picada (podría ser también carne picada mezcla de ternera y cerdo que es un poquito más barata).
150 gramos de queso rallado emmental o, como usé ayer, mozzarella.
Para el puré de patatas
Un paquete de puré de patatas de esos instantáneos deshidratados, que hay que preparar como digan las instrucciones correspondientes (con agua y leche, sal y mantequilla).

Preparación:

En una sartén grande y profunda o una cazuela de barro (idealmente) se sofríe el ajo partido en trozos pequeñitos con la cebolla también muy picada que se añade cuando el ajo ya está empezando a dorarse. Cuando la cebolla comienza a quedarse transparente se agrega la carne picada y se remueve bien para que se mezcle con la cebollita y se vaya rehogando.

Mientras tanto, vamos picando también en taquitos, más o menos de igual tamaño, con la complejidad que ello implica, los tomates. Los añadimos al sofrito de la carne cuando esta adquiera un color que indique que está hecha, so pena que tras el añadido de los tomates con su consiguiente aporte de jugos se detenga el proceso de cocinado de la misma que pasará a ser cocida y no sofrita.

Es en este momento cuando yo añado la sal, la pimienta y una cucharada de azúcar para endulzar el tomate que tiende a dar acidez de estómago en caso contrario. Tapamos (o tapo o tapas…) la cazuela o sartén y dejas que se reduzcan los tomates hasta que forme una salsa homogénea aproximadamente. Suele llevar unos 10 minutos. Podemos aumentar la cantidad de calor proporcionada para acelerar el proceso, pero no demasiado y no sin atender para evitar que se pegue al fondo (especialmente si estamos usando la cazuela de barro).

Mientras tanto (para aprovechar el tiempo y supuesto que podamos trabajar en paralelo o multitarea) preparamos el puré de patata que, en mi caso, consistió en meter en el microondas un recipiente de vidrio especial pirex con una mezcla de 500ml de agua, 250ml de leche entera, una cucharadita de sal y el puré preparado deshidratado durante 4 minutos a potencia 900W. Después, saco el puré ya preparado y le agrego una cucharada sopera de margarina (debería ser mantequilla, dicen, pero es más cara) para conseguir que esté un poco más suave.

Mientras tanto (es lo que tienen los procesos en paralelo cronológicamente hablando) se habrá terminado de hacer el relleno que se pone en la base de un recipiente apto para el grill (por eso era ideal la cazuela de barro de no mucha profundidad, por ejemplo 8 centímetros de anchura y 27 de diámetro es estupendo, pero depende del horno de cada cual). Sobre el relleno, bien extendido, se echa el puré y se distribuye formando una capa superior que es recubierta por el queso rayado.

Se mete el pastel tricápico en el grill hasta que el queso va dorándose. Se sirve caliente. Marina estupendamente con un vino tinto joven, como un Ribera de Duero o, incluso, un Somontano.

Disfruta y difunde.

Algunas fotos de un paseo por el campo

Hace unas semanas, creo que eran fechas navideñas, el padre de mi amada Carmen me paseó por el campo. Tenía que apartarlo un rato de la cocina, para que no se pusiera nervioso (ni yo) y le dije que si le apetecía darse un paseo en coche con el recientemente adquirido vehículo de mi hermanita.

Me llevó a pasear por una zona interesante, alejada de las tablas de Daimiel, tan famosas como aburridas. Me encantó el recorrido. Fue muy muy bonito. Además, el día ayudaba, teniendo en cuenta que suele llover poco en esa zona, se agradeció el buen tiempo, el sol, que dejaba una sensación de irrealidad tan solo aniquilada por algún que otro comentario que no voy a mencionar.

Aquí las fotos:

Marketing directo

Me parece terrible el control de navegación que consiguen tener los anunciantes en Internet. Sé, incluso, cómo funcionan los gestores de contenido que hacen que la publicidad se personalice hasta que es denominada Información Comercial. Pero me da escalorfríos el saber que saben qué he estado buscando en los últimos días en Internet.

Mi hermana necesita un ordenador nuevo, sí, pero no yo. Sin embargo, han sido capaces de darse cuenta de que lo buscaré yo, sugiriéndome información publicitaria (por llamarla así) cercana a mis intereses (o los de familia) en lugar de dejar que la publicidad fuese tan aleatoria como yo querría que fuese, de modo que sintiese que esa información que proporciona mi historial de navegación permanece privada y no se hace pública de una manera más o menos compleja de rastrear.

Sin embargo, cada día más se exige el cumplimiento de normas absurdas al internauta/usuario/ciudadano medio que ha de ser consciente de si lo que hace se puede considerar spam o compartición abusiva de archivos personales, por no mencionar las cláusulas de FaceBook y similares exigiendo información garantizada sobre nuestra identidad.

Es muy injusto por la asimetría que representa el saber que tienen las empresas frente al saber (escaso) que tenemos los consumidores (ya no usuarios ni mucho menos ciudadanos).

Hay formas de evitarlo o, cuando menos, paliar este control parental que ejercen estas empresas pero es bastante molesto y difícil. Una buena manera es instalar varios navegadores y utilizarlos para distintos aspectos de la personalidad, dándole, por tanto, una información sesgada a las empresas de gestión de contenidos personalizados, como las distribuidoras de publicidad personal o llamadas de marketing directo. Otra es la de iniciar siempre navegación en modo privado. Pero esto es molesto porque también es útil tener un historial, por ejemplo, en el navegador que nos sirva para agilizar la navegación en Internet… Nos podemos poner paranoicos al máximo y utilizar un ordenador diferente (o una máquina virtual) para identificarnos con una especie de heterónimo y tratar, siempre, de ser otro, caso al modo de Rimbaud (yo soy otro). Pero esto es tan poético, pero tan difícil en la cotidiana rutina narrativa…

Así que, al menos, cabe ser consciente de que la manipulación es muy directa y que hay que esquivar los golpes de efecto de los publicistas en la más pura toma de conciencia posible. Es como cuando se descubre la imagen en las imágenes subliminales: La imagen no deja de estar ahí, pero ya no nos afecta de la misma manera.

Pero es tan difícil tanta consciencia…

Esto no es una broma