Entiendo el escape que puede resultar ser el gritar en un partido o que sentirse parte de un todo fabrica la fantasía de la tribu, recuerdo atávico.
Entiendo también la evasión que proporciona pensar en algo tan intrascendente como si fuera importante sustituyendo, por momentos, los miedos habituales.
Pero no puedo entender que tanta frustración no se analice
no se canalice
hacia algo más constructivo, algo creativo, que ayude a salir de la frustración de manera permanente y de la solidad en la que muchos parecen regodearse hasta el punto de dejar que domine sus vidas y se asumen esclavos incapaces de dirigir sus propios destinos.
fútbol y toros…