Sé que he escrito sobre este tema hace algún tiempo en el blog, pero no consigo encontrar la entrada en la que lo menciono. Hoy, hablando con mi querida amiga Susana, de quien valoro enormemente su opinión, le comentaba que tenía un tema no resuelto y que me abocaba a pensamientos que justificaban o, cuando menos, se mostraban comprensivos con la violencia y la resolución de problemas de violencia mediante el empleo de la misma.
Hablábamos de política, de cómo unos cuantos parecen estar imponiendo a los demás su dictado por la fuerza. Hablábamos de una posible élite de dirigentes del mundo en la sombra que hacen y deshacen a voluntad y de si había o no forma de evitarlo, revertirlo… Pero, de una manera simple, podía verse como lo que yo llamo «el problema del abusón»:
Una persona se cuela en una fila delante del lugar que ocupo y no está dispuesta a dialogar.
(Si estuviese dispuesta a dialogar, la cuestión sería argumental, casi incluso retórica. No entro en ese caso en esta ocasión: No está dispuesta a dialogar).
Opciones que veo como reacción a esa acción:
1.- Ponerse delante de esa persona. (Sin entrar a valorar que quizá con ello también me esté poniendo delante de otros que no habían vulnerado los derechos asumidos por mi ubicación). Sitúa el problema en:
1.1.- Vuelve a colarse (y entro en un bucle).
1.2.- No vuelve a colarse. ¿Se habría resuelto el problema?
2.- Recurrir a una autoridad que organice filas. Depositando en un tercero la capacidad para dirimir conflictos, algo en lo que se basa el contrato social, la fundación de estados de derecho y que, usado en demasía, lleva a eliminar la capacidad de los seres humanos para fomentar el diálogo (y la tolerancia) para afrontar la resolución de conflictos. En ausencia de esa autoridad reconocida por ambas partes, el problema permanece inalterado y volvemos a empezar.
3.- Dejar que lo resuelva la violencia.
3.1.- Suponer que soy más fuerte. Obligando a someterse a mis dictados. No me gusta someter.
3.2.- Suponer que no soy más fuerte. Someterse. No me gusta someterme.
(Los puntos 3.1 y 3.2, en principio, me parecen absolutamente equivalentes, simétricos, simplemente son las 2 caras de una misma moneda: resolverlo a ostias, donde gana el más fuerte físicamente… En resumen: una animalada incivilizada).
4.- Abandonar la fila y desistir de aquello que anhelaba lograr. Responsabilizando, en parte, a los organizadores de la fila de su falta de autoridad para dirimir problemas derivados de su estructura.
Aunque parezca increíble, no se me ocurren muchos más puntos. Como decía Susana, esto no es un indicativo de que no haya más soluciones, sino de que no las vemos. Estoy de acuerdo. Pero por más que las pienso, no se me ocurren y me angustia no tener una solución para un problema que parece estar bien definido.
Lanzaría un cuestionario en FaceBook a ver si alguien tiene alguna idea, pero tener que responder a todos los que responderán, así como temer que muchas de esas respuestas me puedan parecer tan desagradables como para romper alguna que otra relación, me desaniman de intentarlo.
Se lo preguntaré (enviando este texto por email) a algunos allegados…