Vacaciones

¿A qué le llamo vacaciones?

Es raro tener que definir las vacaciones, como si no fuesen obvias, pero ocurre que cuando alguien trabaja en algo que le apasiona tanto como para no dejar de hacerlo, no parecen tan apetecibles.

Surge entonces la pregunta de ¿para qué las vacaciones?

vacación. (Del lat. vacat?o, -?nis). 1. f. Descanso temporal de una actividad habitual, principalmente del trabajo remunerado o de los estudios. U. m. en pl. 2. f. Tiempo que dura la cesación del trabajo. U. m. en pl. 3. f. p. us. Acción de vacar (? quedar un empleo o cargo sin persona que lo desempeñe). 4. f. p. us. Cargo o dignidad que está vacante.

Y claro, de la definición del diccionario, deduzco que poco se ha pensado en el trabajo no remunerado que se realiza como forma de vida, como parte esencial de la vida, como algo para lo que se vive y no algo que agota la vida, que aliena, que no alimenta, sino que es un mero medio para conseguir un dinero (u otro tipo de retribución) con el que lograr hacer más fácil la vida.

El tipo del trabajo al que estamos acostumbrados desde que, en épocas del tardío neolítico, se produjo la especialización, que, según la wikipedia, vendría a ser:

División del trabajo es la especialización y cooperación de las fuerzas laborales en diferentes tareas y roles, con el objetivo de mejorar la eficiencia. Aunque es consustancial a toda actividad humana desde la prehistoria, se intensificó con la revolución neolítica que originó las sociedades agrarias y aceleró de modo extraordinario su contribución al cambio tecnológico y social con el desarrollo del capitalismo y la revolución industrial.

Es más, en esta misma enciclopedia, sin reparos de llamarla tal, tenemos que su principal desventaja es respecto a la motivación en el trabajo, donde la división del trabajo puede concluir en la pérdida de interés en el mismo, por su relativa simplicidad y la suma de actividades repetitivas al producir.

Esto me lleva a pensar que ando buscando una forma de vida algo paleolítica en el siglo XXI. Lo cual no parece cuadrar bien con la idea que tengo de mí de un ser moderno, actual, casi post- cualquier cosa… pero claro, también me lleva a pensar que las reparaciones de sistemas que están evolucionando forman parte de la fase de ajuste que acerca a una hipotética idónea situación mediante un movimiento sinusoidal de amplitud decreciente.

No encuentro una curva ejemplo, pero es esa en la que una línea que sale del origen sube hasta superar un cierto límite horizontal, para luego bajar hasta descender por debajo de esa línea y volver a subir superándola, y volver a descender sucesivamente en una sucesión de ondas cuyo hipotético límite está en la cercanía completa a la recta, a ir co-recta-mente, como en inglés, cuya separación entre recto y correcto no existe.

Volviendo al tema…

¿Para qué quiero vacaciones si vivo como me gusta vivir cada día de mi vida? (Añadiré un más o menos por aquellos días que no me gustan, pero que también existen en periodos vacacionales).

Pues no lo sé. Desde hace años me empeño en contestar a este pregunta y no sé la respuesta, pero tampoco creo que sea muy importante.

Acercándome a una definición, o al menos a una aproximación, dije el otro día a mi amigo Ernesto que yo sé si estoy trabajando si tengo el móvil y otras conexiones abiertas y ejerciendo su función de conectarme con el mundo, por ejemplo, durante los fines de semana suelo apagar el teléfono móvil, o suelo no mirar mi correo electrónico y, por supuesto, no pasear por el maldito escaparate que acaba resultándome ser FaceBook. Así que dedico más tiempo a actividades introvertidas, o compartidas con los íntimos, como familiares y amigos.

Pero luego veo cómo trabaja Iván Araujo y me sorprende ver que él lleva a cabo esta labor de separación de actividad conectante cuando está trabajando y no tanto (aunque también) cuando está de vacaciones… también algo difusas, por otro lado, y siento cierta envidia, ciertas ganas de introvertirme más y más, hermitarizarme, vertirme hacia mí y hacia mi trabajo no remunerado más que con el placer de saberlo hecho…

Y me da algo de miedo pensar el límite al que me puede llevar esa actitud. Ese límite aislante, individual hasta ser casi individualista, solitario en demasía…

Volviendo al tema…

Este año, y por año entiendo curso, resulta que he sido retribuido en dinero en mayor medida que otros y, por otro lado, he ido perdiendo algunos de mis alumnos, con lo que lanzar cursos en el mes de julio o septiembre resulta agotador y hasta oneroso, como ya me pasó el año (y por año entiendo curso) pasado.

Según esto, no tendré clases particulares, no tendré talleres de escritura, no moveré ningún intensivo… y dedicaré mi tiempo a vacacionar… pero este blog… este diario al que considero trabajo: ¿lo mantendré? Y mi proyecto de lenguas al que tantas ganas tengo de dedicar mi tiempo, ¿lo seguiré haciendo? ¿qué es para mí estar de vacaciones? ¿qué es para mí trabajar?

Hummmm…

Supongo que puede tener que ver con hacer más que de costumbre lo que me dé la gana… pero, ¿y cuando lo que me da la gana es algo relacionado con mantener un compromiso?

Iré respondiéndome sobre la marcha, olvidaré mis rutinas artificiales, mis intentos de mantener disciplinadamente un ejercicio… y haré, día a día, lo que me dé la real gana… hummm….

No sé si lo tengo claro.

Desde el 1 de julio al 31 de agosto publicaré en este diario de manera irregular, imprevisible y, seguramente, no diario… supongo. Aunque así ya no será un diario.

Esto no es una broma