Las baldosas del cuarto de baño me recuerdan siempre la intervención que hicimos Carmen y yo para modificar algo que no nos gustaba ni mínimamente.
El color de fondo es de esos beige más o menos marrónicos que, en el retrete recuerdan qué se hace, pero también que son sufridos para con suciedades variopintas.
No nos gustaban.
Varias alternativas se plantearon, allá por el 2006:
- Cambiar las baldosas (caro, muy caro…)
- Mirarlas de otra manera
- Hacerlas diferente para mirarlas de otra manera
Pero en realidad las 2 últimas opciones eran más o menos la misma: modificar la mirada para modificar la realidad. Aunque también puede ser visto al revés: modificar la realidad para modificar la mirada.
Yo creo que el primer lugar es preciso, al menos lo fue en este caso, modificar la mirada: darse cuenta de que las baldosas eran perfectas para soportar imágenes que nos pudieran gustar. Después, vino la modificación material, pero la conceptual ya estaba hecha.
Pintamos algunas de ellas y el cuarto de baño nunca más nos lo volvimos a cuestionar, al menos en ese tema. Parece que ya no vemos el feísimo color beige de las baldosas. Vemos cascadas de banderas cayendo en otras banderas, vemos amiguitos que se cuelan en nuestra bañera, vemos recuerdos amarillos de nuestro amor en lo que fue una mancha, vemos puntos y rallas de colores, vemos triángulos mágicos, sombras chinescas…
¿Qué ves tú?