Mi dentadura

Ayer fui al dentista.
El 17 de julio a las 18:00
me había empezado a doler
insistentemente
el cuadrante inferior izquierdo
de mi dentadura.

Estaba en Daimiel
y llegué a sospechar
que se trataba de algo parcialmente
psicosomático.

No quería tomarme un calmante
químico
ni mucho menos un antibiótico
(anti-bió-tico: ¿Contra qué vida va?)
así que traté de calmarme
tumbándome en la cama
boca arriba
y el dolor no se iba
no se iba de ninguna manera.

Esperé a la noche
y a la mañana siguiente
(al despertar) el dolor de muelas
todavía estaba allí.

Un día después nos íbamos de vacaciones
a Vera, Almería
en autobús
y supuse que unos días después
se me habría pasado.

Pero llegaron esos días
y el dolor permanecía.

Tomé calmantes químicos
tales como el ibuprofeno
que probó su inoperancia en esta lid
y el paracetamol
en comprimidos de 1 gramo
que parecieron calmarme algo
pero cuyo efecto podía quedar eclipsado
por la relajación que producía estar de vacaciones en el mar.

El dolor permanecía.
Era un dolor agudo y persistente
bastante localizado aunque yo no supiera ubicarlo con total certeza
y mucho menos con precisión.
Masajeaba a menudo el exterior de mi mandíbula
sintiendo leve alivio aliterativo.

Pero el dolor resistía
y acabó por quebrar mi paciencia
y capitulé a la idea de ir al médico
en Garrucha
(localidad cercana a Vera Playa)
en cuyo consultorio
me asistió un médico acalorado
delgado y desgarbado; un poco parecido a Roberto Benigni.
Me recetó,
sin saber decirme (ni pretenderlo)
qué podía tener realmente,
una semana de un antibiótico de amplio espectro
llamado Amoxicilina
y un calmante potente
denominado Nolotil
compuesto, básicamente, de metamizol.

El dolor fue cediendo
si bien casi todo fue cediendo
y yo me sentía en una extraña almohada
química
sobre la que todos mis nervios se hubieran echado una larga siesta.

Pasada la semana de tratamiento
decidí pagar la cantidad que solicitaba un dentista
de la mencionada localidad cercana al lugar en el que pasábamos nuestras merecidas vacaciones
por su consulta.

En su clínica
de reducidas proporciones
nos hizo esperar una recepcionista
ayudante
de cierto atractivo
en una sala cuya lámpara de pared
nos entretuvo
a Carmen y a mí
con su pretensión artística y funcional
si es que esta no es una pretensión absurda y contradictoria.

El dentista fue tan amable que me explicó
mostrándome con un espejo para que yo mismo pudiera verlo
que la causa del dolor podía tratarse de infinidad de cosas
como una muela picada
como una pequeña infección de encías
como una suciedad acumulada bajo los dientes
como otro problema que no se viese a simple vista.

Así que, por si acaso,
me recomendaba que me aplicase una limpieza
con un producto que no tenía pinta de ser suave
por más que su mentolado aroma pretendiese aparentar lo contrario
durante 2 días
durante los cuales posiblemente observaría cómo
caían de entre mis dientes pedacitos de algo que me parecería
arena.

Yo, que soy muy obediente con los dictámenes médicos,
seguí casi a pie de la letra sus indicaciones
y sentí que se me caían entre mis dientes pedacitos de algo que me parecía
arena.

El dentista me había propuesto
adicionalmente
hacerme una limpieza bucal (60€)
y, por supuesto, una radiografía (40€)
para dilucidad de cuál de las múltiples causas posibles
se trataba.

Casi me animo a hacerme alguna de ellas
sobre todo, he de confeseralo (mi pasado católico me traiciona)
por la sugerente aclaración de que quien llevaba a cabo la limpieza
dental
era la parcialmente atractiva recepcionista/ayudante.

Yo había preguntado
insistentemente y sin apuros
si eso dolía
intentando hacer entender que no tengo la más mínima tolerancia al dolor
y que no me avergüenza reconocerlo.

Pasaron los días y el dolor había remitido.

Durante un mes, el de agosto,
fui olvidándome de la molesta sensación de ese agudo
dolor
persistente
intenso
inapelable.

Pero no olvidé
que no podía olvidarlo.

Ayer
por fin
ya en mi ciudad
fuimos (Carmen me volvió a acompañar como a niño pequeño asustado)
a una dentista de una clínica
llamada Élite Dental
(no sé a qué se refiere con élite, pero prefiero no pensarlo).

La dentista no era atractiva
pero parecía saber lo que hacía
aunque siempre desconfío de un médico que ingresa más dinero
si yo tengo algo mal
que le necesite
que de uno (o una, faltaría más) que cobre la misma cantidad
y cuya situación profesional no peligra
si carece de pacientes (que no clientes).

Me pidió, para poder continuar su diagnosis,
una inmediata radiografía (10€ (por ser una clínica concertada con la Sociedad Médico-Farmacéutica Ferroviaria, lo cual es otra historia))
que acabaron siendo 2:
una mayor
una menor.

Rayos X atravesando mi cara
con una longitud de onda muy
muy baja
realizaron una fotografía
en la que se veían mis dientes
y
con algo de pericia
incluso el hueco que unas caries profundas
dejaban a mis nervios
a la intemperie
atacados por la inclemencia
de un orificio tan mal diseñado
como la boca.

El diagnóstico fue duro
pero
como la no atractiva dentista me dijo
lo doloroso sería lo que me informarían en recepción
que fue el presupuesto del tratamiento prescrito:
4 muelas cariadas que debían ser empastadas
1 muela muy picada
la 36
la que, muy posiblemente, había causado el intenso y maldito dolor
que debía ser extraída o reconstruida con una endodoncia
1 muela del juicio que estaba acostada bajo la encía de mi mandíbula
inferior derecha
cuya recomendable extracción
acarreaba la aquiescencia de un experto cirujano
pues podía causar otros males mayores.

Sin contar la intervención sobre esa muela
de
juicio perezoso
el contante ascendía a 470€
y debía estar satisfecho
de que la limpieza bucal
estuviese incluida sin coste adicional alguno.

Tentado he estado
de acompañar este poema
con la radiografía realizada
en la que se aprecia
una dentadura caótica
desordenada hasta límites insanos
carente
ya
de algún molar
y que muestra llamativamente
una muela creciendo en dirección
contraria a la que debería de tener,
pero algo me dice que es demasiado obscena.

Al fin y al cabo
debo de tener un límite para eso que se conoce como
intimidad.

Demostrarle algo a alguien

no compitasSiempre que oigo la expresión «No tengo que demostrar nada a nadie» o su versión sin dos negaciones que dice lo mismo: «No tengo que demostrar algo a alguien» (he de reconocer que, sobretodo, la primera versión) me viene a la cabeza la idea de que quien lo afirma (yo suelo hacerlo con frecuencia) cree estar convencido de que esa demostración dejaría convencido a ese alguien.

Por ejemplo: No tengo que demostrarle a nadie que soy el más rápido, parece llevar implícita la afirmación de que, verdaderamente, lo soy.

Si no tengo que demostrar nada a nadie, o, lo que es lo mismo, no tengo que demostrar algo a alguien, es porque realmente me importe un carajo si cumpliría con las expectativas de ese alguien, que, en última instancia, es quien estoy usando para que me sirva de baremo con el que medirme a mí mismo, valga la redundancia.

Es decir: No tengo que demostrarle a nadie que soy el más rápido, podría llevar asociado el íntimo pensamiento y convencimiento de que, verdaderamente, no lo soy (o no lo sea) y, lo más importante, me importa un pimiento… o menos que un pimiento, que, según el día, puede resultarme terriblemente importante.

En el fondo, retóricamente hablando, no deseo medir lo que no es medible: mi cualidad humana, mi valor, etc. Y los atributos físicos más o menos medibles, lo que físicamente llamaríamos magnitudes mensurables, no dejan de parecerme superficiales y de escasa, o incluso nula, valía informativa en cuanto a la medición imposible: cómo de humano soy.

Vaya, en román paladín: me la pela…

Círculos

concéntricos
geométricos
amorfos
antimorfos
anestésicos
sintomáticos
pluseros
guguelados
globales
sociales
anarcos
obscenos
sinceros
abiertos
cerrados
topo(i)lógicos
antropomórficos
australes
austrolopitéculos
dinusaúricos
telúricos
sobrios
sinergéticos
energéticos
apologéticos
árticos
antárticos
trópicos
milléricos
anaranjados
opacos
translúcidos
lúcidos
lucidos
lúdicos
palúdicos
esdrújulos
absurdos
críticos
neuróticos
solitarios
acompañados
rotos
rojos
rómbicos
rocambolescos
gigantescos
hemisféricos
solemnes
no.

¿Qué se vende, la ropa o el hombre?

VentaHace unas semanas guardé esta foto en mi memoria (digital y neuronal) porque me ocasionó una especie de convulsión mental: ¿Qué se vende, la ropa o la humanidad?

Mi sensación es que con la oferta de comprar, quien se está vendiendo es, curiosamente, el comprador. Vendiéndose a un sistema que necesita engullir su demanda fabricada por la oferta, una demanda artificial, una demanda virtual, falsa, innecesariamente satisfecha, insatisfactoria por esencia para perpetuar el hábito de compra y mantener la cadena temporal de la adicción (que no adición (querida Aída)).

La imagen me parece tremenda, no sé por qué, pero me lo parece. Me indigna y me subleva, pero lo único que hago es (aunque quizá no es tan poco) huir: salgo corriendo de centros comerciales o tiendas como Zara, Lefties, etc… Me empieza a entrar una angustia similar a la que siento en una iglesia cristiana, ganas de volverme sociópata… no sé, pero algo en mí no acaba de encajar… ¿o soy de los pocos que sí encajan en algo que aún no existe? ¿soy un elegido? ¿un ser superior, a la manera Nietzschiana? ¿O solamente un marginal que ansía encontrar su lugar?

Lógica, brazo armado de la razón

logicala que produce monstruos
y la que los aniquila
de un razonamiento
con una duda
con una falsación
con un violento
bofetón de raciocinio
de sentido
semánticamente
lleno

lógica. (Del lat. log?ca, y este del gr. ??????). 1. f. Ciencia que establece las leyes, modos y formas del conocimiento racional. 2. f. Tratado de esta ciencia. Escribió una lógica que fue muy comentada. ~ borrosa, o ~ difusa. 1. f. La que admite una cierta incertidumbre entre la verdad o falsedad de sus proposiciones, a semejanza del raciocinio humano. ~ formal, o ~ matemática. 1. f. La que opera utilizando un lenguaje simbólico artificial y haciendo abstracción de los contenidos. ~ natural. 1. f. Disposición natural para discurrir con acierto sin el
auxilio de la ciencia. ~ parda. 1. f. coloq. gramática parda.

brazo. (Del lat. brach?um, y este del gr. ???????). 1. m. Miembro del cuerpo, que comprende desde el hombro a la extremidad de la mano. 2. m. Parte de este miembro desde el hombro hasta el codo. 3. m. Cada una de las patas delanteras de los cuadrúpedos. 4. m. Cada uno de los dos apoyos que salen desde la mitad del respaldo del sillón hacia adelante y sirven para que descanse o afirme los brazos quien está sentado en él. 5. m. En una araña u otro aparato de iluminación, candelero que sale del cuerpo central y sirve para sostener las luces. 6. m. En la balanza, cada una de las dos mitades de la barra horizontal, de cuyos extremos cuelgan o en los cuales se apoyan los platillos. 7. m. Pértiga articulada de una grúa. 8. m. Rama de árbol. 9. m. En una cruz, mitad de cada palo, especialmente del horizontal. 10. m. Valor, esfuerzo, poder. Nada resiste a su brazo. 11. m. Parte de una colectividad encargada de una función determinada. Brazo político. 12. m. Mar. Cada una de las partes del ancla que terminan en uña. 13. m. Mec. Cada una de las distancias del punto de apoyo de la palanca a los puntos de acción de la potencia y la resistencia. 14. m. Cuba. auricular (? del aparato telefónico). 15. m. Méx. Pan suave, alargado y relleno de mermelada. 16. m. pl. Protectores, valedores. Valerse de buenos brazos. 17. m. pl. peones (? jornaleros). ~ armado. 1. m. Grupo organizado para el uso de las armas. ~ de Dios. 1. m. Poder y grandeza de Dios. ~ de gitano. 1. m. Pastel formado por una capa delgada de bizcocho, con crema o dulce de fruta por encima que se arrolla en forma de cilindro. ~ de la nobleza. 1. m. Estado o cuerpo de la nobleza, que representaban sus diputados en las Cortes. ~ del reino. 1. m. Cada una de las distintas clases que representaban al reino junto en Cortes. ~ de mar. 1. m. Canal ancho y largo del mar, que entra tierra adentro. ~ derecho. 1. m. Persona subordinada y de la máxima confianza de otra, con la que colabora eficazmente. U. m. en la fr. ser el brazo derecho. ~ de río. 1. m. Parte del río que, separándose de él, corre independientemente hasta reunirse de nuevo con el cauce principal o desembocar en el mar. ~ eclesiástico. 1. m. Estado o cuerpo de los diputados que representaban la voz del clero en las Cortes o juntas del reino. ~ real, ~ secular, o ~ seglar. 1. m. En el antiguo derecho, tribunales ordinarios de justicia. abiertos los ~s. 1. loc. adv. con los brazos abiertos. a ~. 1. loc. adv. De forma manual, sin máquinas. a ~ partido. 1. loc. adv. Con los brazos solos, sin usar de armas. 2. loc. adv. A viva fuerza, de poder a poder. andar a los ~s con alguien. 1. loc. verb. venir a las manos. arrancar alguien el ~ a algo. 1. loc. verb. Cuba. Aceptar una proposición ventajosa. 2. loc. verb. Cuba. Aprovechar la oportunidad de adquirir, lograr u obtener algo. ~ a ~. 1. loc. adv. Cuerpo a cuerpo y con iguales armas. ~ por ~. 1. loc. adv. ant. brazo a brazo. caérsele a alguien los ~s. 1. loc. verb. Méx. desalentarse. con los ~s abiertos. 1. loc. adv. Dicho especialmente de recibir, admitir o acoger: Con agrado y complacencia. con los ~s cruzados. 1. loc. adj. Ocioso, inactivo. No sabe estar con los brazos cruzados. 2. loc. adj. Impasible, sin hacer nada para evitar algo. Contemplan con los brazos cruzados el atropello de sus derechos. cruzarse alguien de ~s. 1. loc. verb. Cruzar los brazos. 2. loc. verb. Quedarse ocioso. 3. loc. verb. No hacer nada para evitar algo. dar alguien su ~ a torcer. 1. loc. verb. Rendirse, desistir de su dictamen o propósito. U. m. con neg. dar el ~ a alguien. 1. loc. verb. dar la mano (? amparar). 2. loc. verb. coloq. Ofrecérselo para que se apoye en él. dar los ~s a alguien. 1. loc. verb. coloq. Abrazarlo. dar un ~ por algo. 1. loc. verb. coloq. dar una mano por algo. de ~s cruzados. 1. loc. adj. con los brazos cruzados. del ~. 1. loc. adv. Con el brazo asido al de otra persona. echarse en ~s de alguien. 1. loc. verb. ponerse en manos de alguien. en ~s. 1. loc. adv. Sostenido sobre un brazo o sobre ambos. Lleva a su hijo en brazos. en ~s de. 1. loc. prepos. Rodeado por los brazos de alguien. Dormía en brazos de su amado. 2. loc. prepos. En relación amorosa con alguien. Encontró la felicidad en brazos de Arturo. U. t. en sent. fig. entregar al ~ secular algo. 1. loc. verb. Dicho de la autoridad eclesiástica: Confiar a la autoridad civil la ejecución de las penas impuestas por sus tribunales. 2. loc. verb. coloq. Entregarlo a alguien que lo va a liquidar. entregarse en ~s de alguien. 1. loc. verb. ponerse en manos de alguien. hecho un ~ de mar. 1. loc. adj. coloq. Dicho de una persona: Ataviada con mucho lujo y lucimiento. Viene, está hecha un brazo de mar. ponerse en ~s de alguien. 1. loc. verb. ponerse en manos de alguien. quedar a alguien el ~ sabroso. 1. loc. verb. desus. Estar contento y ufano de alguna acción propia y con deseo de reiterarla. quedar el ~ sano a alguien. 1. loc. verb. Tener caudal de reserva después de haber hecho grandes gastos. soltar los ~s. 1. loc. verb. Dejarlos caer como miembros muertos. tener ~. 1. loc. verb. coloq. Tener mucha robustez y fuerza. venir a ~s con alguien. 1. loc. verb. venir a las manos. vivir por su ~, o sus ~s. 1. locs. verbs. coloqs. vivir de sus manos. V. ama de brazos huelga de brazos caídos madrina de brazos.

armado, da. (Del part. de armar). 1. adj. Provisto de armas. 2. adj. Provisto de un instrumento o utensilio. El jardinero apareció armado con la podadera. 3. adj. Que se desarrolla con la utilización de las armas. Insurrección armada. 4. adj. Dicho del cemento o del hormigón: Reforzado con barras metálicas. 5. m. Arg., Bol. y Par. Pez de agua dulce, de hasta 70 cm de longitud, con aletas dorsal y pectorales muy robustas, cuerpo oscuro desprovisto de escamas y carne comestible. 6. m. desus. Hombre vestido como los antiguos soldados romanos, que suele acompañar los pasos de las procesiones y dar guardia a los monumentos de Semana Santa.

razón. (Del lat. rat?o, -?nis). 1. f. Facultad de discurrir. 2. f. Acto de discurrir el entendimiento. 3. f. Palabras o frases con que se expresa el discurso. 4. f. Argumento o demostración que se aduce en apoyo de algo. 5. f. motivo (? causa). 6. f. Orden y método en algo. 7. f. Justicia, rectitud en las operaciones, o derecho para ejecutarlas. 8. f. Equidad en las compras y ventas. Ponerse en la razón. 9. f. Cuenta, relación, cómputo. Cuenta y razón. A razón de tanto. 10. f. coloq. Recado, mensaje, aviso. 11. f. Mat. Cociente de dos números o, en general, de dos cantidades comparables entre sí. ~ aritmética. 1. f. Mat. Diferencia constante entre dos términos consecutivos de una progresión aritmética. ~ armónica. 1. f. Mat. La razón doble que vale -1; p. ej., (8, 12, 9, 6) = -1. ~ de cartapacio. 1. f. coloq. razón que se da estudiada y de memoria sin venir al caso. ~ de Estado. 1. f. Política y regla con que se dirige y gobierna lo perteneciente al interés y utilidad de la república. 2. f. Consideración de interés superior que se invoca en un Estado para hacer algo contrario a la ley o al derecho. 3. f. Miramiento, consideración que nos mueve a portarnos de cierto modo en la sociedad civil, por lo que podrán juzgar o pensar quienes lo sepan. ~ doble de cuatro números. 1. f. Mat. Cociente de las razones simples formadas por cada uno de los dos primeros y los otros dos; p. ej., (8, 6, 4, 3) = (8, 4, 3) / (6, 4, 3) = 6/5. ~ geométrica. 1. f. Mat. Cociente constante entre dos términos consecutivos de una progresión geométrica. ~ natural. 1. f. Potencia discursiva del hombre, desnuda de todo matiz científico que la ilustre. ~ por cociente. 1. f. Mat. razón geométrica. ~ por diferencia. 1. f. Mat. razón aritmética. ~ simple de tres números. 1. f. Mat. Cociente de las diferencias entre el primero y cada uno de los otros dos; p. ej., (6, 4, 3) = (6-4) / (6-3) = 2/3. ~ social. 1. f. Com. Nombre y firma por los cuales es conocida una compañía mercantil de forma colectiva, comanditaria o anónima. ~ trigonométrica. 1. f. Mat. Relación entre los lados de un triángulo rectángulo; como el seno, el coseno, la secante y la tangente. alcanzar de razones a alguien. 1. loc. verb. Concluirle en la disputa, dejarle sin que tenga qué responder o replicar. a ~ de. 1. loc. prepos. Indica la correspondencia de la cantidad que se expresa a cada una de las partes de que se trata. A razón de tres por cabeza. U. en las imposiciones de censos y dinero a intereses. A razón de diez por ciento. asistir la ~ a alguien. 1. loc. verb. Tenerla de su parte. atender alguien a razones. 1. loc. verb. Quedar convencido por los argumentos que se le presentan. atravesar razones. 1. loc. verb. tener palabras. cargarse alguien de ~. 1. loc. verb. Tener mucha paciencia para proceder después con más fundamento. dar alguien ~ de sí, o de su persona. 1. locs. verbs. Corresponder a lo que se le ha encargado o confiado, ejecutándolo exactamente. dar la ~ a alguien. 1. loc. verb. Concederle lo que dice, confesarle que obra racionalmente. dar ~. 1. loc. verb. noticiar. en ~ a, o en ~ de. 1. locs. prepos. Con arreglo a, en función de. Se riegan las plantas en razón de la humedad del ambiente. 2. locs. prepos. Por causa de. Había grandes medidas de seguridad en razón de la amenaza terrorista. 3. locs. prepos. En lo relativo a, por lo que toca a. Tanto en razón del fondo como de la forma. entrar alguien en ~. 1. loc. verb. Darse cuenta de lo que es razonable. envolver a alguien en razones. 1. loc. verb. Confundirle de modo que no sepa responder sobre alguna materia. estar a ~, o a razones. 1. locs. verbs. Raciocinar, discurrir o platicar sobre un punto. fuera de ~. 1. loc. adv. Sin justificación. hacer alguien la ~. 1. loc. verb. Corresponder a un brindis con otro brindis. llenarse alguien de ~. 1. loc. verb. cargarse de razón. meter a alguien en ~. 1. loc. verb. Obligarle a obrar razonablemente. no atender alguien a razones. 1. loc. verb. No quedar convencido por los argumentos que se le presentan. perder alguien la ~. 1. loc. verb. Volverse loco. 2. loc. verb. Hacer o decir algo por lo que perjudica su causa o su derecho. poner en ~. 1. loc. verb. Apaciguar a quienes contienden o altercan. 2. loc. verb. Corregir a alguien con el castigo o la aspereza. ponerse alguien a razones con otra persona. 1. loc. verb. Altercar con ella u oponérsele en lo que dice. ponerse en ~, o en la ~. 1. locs. verbs. En los ajustes y conciertos, venir a términos equitativos. privarse alguien de ~. 1. loc. verb. Tener embargado el uso y ejercicio de ella por una pasión violenta o por otro motivo, especialmente la embriaguez. reducirse alguien a la ~. 1. loc. verb. darse a buenas. ser ~ algo. 1. loc. verb. Ser justo, razonable. ¿No es razón que llore su desamparo? tener ~. 1. loc. verb. Estar en lo cierto. tomar ~, o la ~. 1. locs. verbs. Asentar una partida en cuenta o hacer constar en un registro lo que en él debe copiarse, inscribirse o anotarse.

El exceso de precisión en el lenguaje engendra monstruos

Es algo que siento que a veces me pasa.

Paso segundos en mi cerebro solipsista construyendo la frase perfecta, precisa, exacta, olvidándome del hecho de que en la naturaleza todo son aproximaciones. Ni siquiera existe la cosa, su frontera es ficción, no tiene límite definido ni un simple y vulgar pedazo de madera, ni de un menos poroso metal.

Me convierte en monstruo, un loco corrector ortográfico, gramatical y semántico, una especie de compilador informático de lenguaje natural, como si fuese posible…

Me pasa, sí,
simplemente
me pasa.

Fanático

Texto extraído de la web dechile.net dedicada a la etimología. Tal como sospechaba, fanático es inherente a templo, es decir, que la religión cristiana lo lleva en la raíz de su funcionamiento. Y otras religiones también, claro. Si se erradicaran, se acabaría con muchos fanum-áticos. Pero no con todos.

La palabra fanático viene del latín fanaticus, un derivado de fanum. El vocablo fanum, significa santuario o templo, y desde tiempos antiguos los romanos lo relacionaban con el verbo for, fari (hablar solemne y públicamente), y con la palabra fatum, pues parece que un fanum era un lugar sagrado por consagración o designación oracular, aunque esta etimología presenta ciertas dudas. Algunos indoeuropeístas sostienen que la palabra latina fanum contiene la misma raíz indoeuropea*dhēs– vinculada a conceptos religiosos que dio lugar en griego a la palabra θεός ("theos", dios).

El vocablo fanaticus designaba primero a un servidor de un templo o fanum, especialmente a los porteros o vigilantes nocturnos que velaban con gran celo por el santuario. Poco a poco el vocablo fue designando al adepto exclusivo de un templo, santuario o divinidad, situación poco corriente en principio para los romanos.

En efecto, en el mundo clásico, especialmente el romano, lo normal era el sincretismo y libre adopción de diversos cultos. Aparte de una religión tradicional cívica que constaba de diversos dioses, y en que cualquiera podía participar del culto de uno u otro, en el mundo de la antigüedad era gesto propio de la ley universal de la hospitalidad, participar de los cultos de todo aquel extranjero cuya tierra se visitaba, o de todo aquel pueblo que se incorporaba a otro. En ese sentido, los romanos construían templos en Roma o donde fuera, a todos los dioses de los pueblos incorporados (Isis, dioses orientales, dioses celtibéricos, etc.), juntamente con los suyos. Había sin embargo algún pueblo que consideraba un insulto que otros participaran en sus cultos, o les construyeran templos en otro lugar, o que en su tierra se edificaran templos a otros cultos (caso exclusivo del judaísmo). También se desarrollaron cultos mistéricos, para cuya práctica era necesario iniciarse y los cultores no admitían libremente a quienes no estuvieran iniciados y admitidos por un rito de ingreso. Algunas personas se iniciaban en varios y participaban en ellos, o cambiaban de uno a otro. Pero en ellos se desarrolló una cierta tendencia a ser cultor exclusivo de ese culto o ese dios solamente: es eso lo que designó la palabra fanaticus.

De hecho en el Imperio Romano la religión era absolutamente libre, y el único acto obligatorio de culto para todo ciudadano romano era un rito anual de culto al Estado y al emperador, realizado en los templos llamados capitolios, consistente en hacer una genuflexión ante la estatua imperial y paralelamente pagar el impuesto anual a la hacienda pública, según el porcentaje que correspondiera a cada cual con arreglo a su riqueza (la capitación), obligación cívica que los romanos refrendaban con una sanción religiosa (en eso consistía el llamado "culto imperial"). Si uno cumplía con ese rito podía después practicar el culto que deseara, todos, varios o ninguno. Y era frecuente practicar diversos cultos, tanto privados como públicos. Lo más raro era el cultor exclusivista o fanaticus.

Después, a partir de fanum, en el S. I a.C. se desarrolla un verbo fanor, fanari, con el significado de estar poseso por un fervor divino, delirante y frenético, que genera un nuevo sentido para fanaticus (delirante, lleno de furor religioso, frenético), que seguramente pudo sufrir también un influjo del φἀνος y φαινω griego, es decir, una especie de iluminado y exaltado religioso, que es el que acaba de dar su sentido completo a nuestra palabra "fanático".

Una interesante diatriba de la serie que he visto este verano

Durante este verano he estado viendo la serie titulada Galáctica (Reimaginada). Ha sido una grata sorpresa, pues no esperaba ni que fuese una gran serie ni que fuese nefasta, tan solo un entretenimiento para huecos libres, trayectos de autobús, etc.

Pero algunas secuencias han resultado ser verdaderamente sorprendentes, con textos como este, que me recordaba tanto al celebérrimo monólogo (Lágrimas en la lluvia) de una de mis películas preferidas, Blade Runner.

Yo he visto cosas que vosotros no creeríais: atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto Rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo; como lágrimas en la lluvia.., Es hora de morir.

En este guiño más o menos obvio a esa escena, el cylon (equivalente a un replicante), se marca un monólogo fantástico que quería compartir en este diario, quizá porque yo mismo lo he pensado tantas veces como para pensar si no seré uno de ellos.

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La Central

Entrar en La Central, la librería de Callao en Madrid, no la de Barcelona, es una especie de sueño. Pero es tanta la información que me abotarga, que me hace sentir incapaz de asimilarla toda, me acompleja… pero no tanto como para no enfrentarla, poco a poco… cuando mis bolsillos puedan.

Me encantan sus laberínticas salas y la especialización de muchas de ellas, dedicadas a la teoría de la literatura, o la obra de OuLIPO en francés… jo, ¡pero es que no puedo leerlo todo! ¿Querría? Bueno, hay secciones que no me interesan lo más mínimo, no sé porqué, pero de repente paseando por ella, con mis padres, esta tarde, me he encontrado con una sección de libros de cocina de lo más insulsos, así como otra, junto a un futbolín, de libros de deportes. Ninguna de ellas me ha atraído ni mínimamente, salvo para comprar algún regalo a alguien o valorar el hecho de que estén luchando con uñas y dientes por mantener un negocio difícil como una librería.

Tengo en mi móvil, en mi flamante smartphone, una lista de libros pendientes de adquirir, y más de la mitad están en La Central… pero no puedo. ¡Ay, qué dolor!

Hoy he disfrutado y alguno de estos días me acercaré a leerme alguno de sus pequeños libritos que cuestan más de 15 euros y que puedo leer en un ratín. ¿Será tramposo? No creo. No me siento mal por hacerlo… supongo que es una moral muy relajada, pero es que aún está de vacaciones mi censor.

Limpieza general en red social online

He vuelto de unas largas y merecidas vacaciones (parafraseando a un periodista en un telediario emitido «dentro» de la película de Fernando León de Aranoa, titulada Barrio).

Y una de las cosas que más me ha calado es la necesidad que tengo de estar apartado de algunas «malas vibraciones» o algo así, que, en ocasiones, acarrean las redes sociales online. También las offline, es decir, aquellas de toda la vida. Pero es mucho más sencillo hacer limpia en las primeras, así que he comenzado a erradicar de mi muro aquellas publicaciones que me recuerdan lo mal que estamos.

Sé que hay crisis, pero deseo rodearme de pensamientos más constructivos, más positivos, más optimistas… que el pesimismo ya lo pongo yo solo, sin ninguna ayuda extra. Hace un año decidí dejar de leer la prensa por estos mismos motivos, y con muchas dudas, lo reconozco, pero estaba volviendo a caer en esos mismos «vicios» con la lectura de las noticias que otros publican en FaceBook.

Hoy, he pasado un buen rato limpiando el muro de estas cosas… no quiero ver determinadas cosas… aunque me suma en la ignorancia.

O quizá tenga tiempo para conseguir escapar de la misma.

Esto no es una broma