Ayer tuve envidia
envidia sana
lo sé
de mis alumnos.
Asisten a unos talleres de poesía
que coordino desde hace más de una década
y escriben
y juegan
y se abrazan
y se emocionan
libremente
sin pensar en el tiempo
por una hora a la semana.
Ayer quise ser uno de ellos
y saltar al otro lado
y emocionarme
y abrazar
y jugar
y escribir
sin pensar en el tiempo
por una hora a la semana.
Pero me gusta pensar
que gracias a que pienso en el tiempo
por una hora a la semana
hago posible que ellos
escriban
jueguen
se abracen
se emocionen
e
incluso
de cuando en cuando
aprendan o conozcan nuevos poetas
y nuevas poéticas
con las que seguir creciendo.
Ayer tuve envidia de ellos
y
hoy
de mí mismo.
¿Será que soy envidioso?