Dice uno de los artículos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos
que nadie tiene derecho a desterrar a nadie
y
aparte de las dobles o tripes negaciones
se plantea un problema adicional
y es que
desterrar
es en realidad
reterrar
porque no te quitan la tierra
te obligan a cambiarla
una planta replantada
un nuevo tiesto
donde crecer
con las raíces siempre agobiadas por un continente que dista mucho de
ser infinito
te obligan a elegir otro lugar
pero a elegirlo
es decir
no vale ya con
sencillamente
haber nacido en él
sino que que hay que decidir
optar
seleccionar
como si se tuviese que ser libre
sin tener en cuenta
que el problema
no está en el destierro
sino en conseguir otra maceta
que te acepte dentro
y deje que tus raíces
crezcan con la ilusión de un infinito
al que llamamos
a veces
libertad.