Sin noticias de Ukrania

Desde que decidí no leer más prensa
por considerarla dañina
para mi salud
he mejorado notablemente
mi estado mental
que ha pasado de un continuo estado de
alarma ámbar
a un mucho más tranquilo estado de
letargo ambarino.

Hoy me encuentro dividido
entre Venezuela
que se cuela sin parar en los resquicios noticiosos
de las redes sociales
y
Ukrania
mucho más próxima
cuya política económica puede hacer tambalear
medios de subsistencia en mi casa
de manera mucho más rápida y contundente.

Parece que Ukrania
para nuestras redes sociales
es mucho más complicadita
porque, para empezar,
no hablan (osados) español.

Muchos aún suponen que es una región rusa.

Pero nuestro suministro energético y la dependencia del gas
natural
(sobre todo de los socios comunitarios de
la región oriental de la pretendida Europa
económica)
es un requisito para mantener nuestro sistema
de niños pijos
que nos permitimos decir que no usaremos nunca
nucleares
o que haremos la vista gorda
(sí, seguiremos haciéndola)
a los conflictos necesarios en la
OPEP
para que no exista unión y su necesidad de dinero
les haga vulnerables y mantengan
a bajo costo
nuestra sangre.

Hoy leo un rato el periódico y me doy cuenta
de que sigo mejor
sin saber qué pasa
sin querer saber
sin información…
mediatizada.

Pero sigo sintiéndome culpable
o responsable
de todo lo que ocurre en el planeta
aunque no sepa qué es.

Soy tan importante…

Esto no es una broma