Sí, es una pregunta válida. Te la puedes hacer, es más, te la debes hacer. No tienes otra cosa que hacer que esta pregunta. A la respuesta le podríamos llamar, sencillamente, vivir.
Se elige, se está obligado a elegir, que diría Sartre, y es la máxima responsabilidad que se tiene mientras la sangre corre por las venas.
¿Cómo quieres que sea tu vida?
Me consta que hay gente que no se formula esta pregunta y algunos puede que tengan cierta justificación, dado que lo apremiante de determinadas situaciones (estados de guerra, esclavitudes varias) no deja un segundo para detenerse y preguntarse:
¿Cómo quiero vivir?
Pero ¿qué decir de aquellas personas que no tienen esa justificación? Quizá nunca se les ocurrió la pregunta, o quizá sea cómodo (a corto plazo) no formulársela. Se puede tener la sensación de que vivir es correr solucionando problemas… pero no son problemas, son solo chapuzas para tapar huecos de una vida desperdiciada en tapar huecos, es vivir sin enfoque y desorientado, dando palos de ciego al aire en búsqueda de… no, corrijo, sin búsqueda, palos de ciego que no sabe si hay alguna piñata en las cercanías.
¿Qué necesito para vivir? ¿Qué es superfluo? ¿Tengo objetivo? ¿Cuál?
Si no nos hacemos estas preguntas, podemos decir que somos seres humanos, pero no somos más que carne con patas que avanza hacia una grosera masa de naderías, una oveja sin rebaño, que quizá por ello busca rebaños, como un intento desesperado de fabricar un objetivo común en uno propio, una necesidad grupal en una individual.
No se es un individuo pleno sin hacerse estas preguntas (añado que periódicamente) para responder, de cuando en cuando, a la vieja cuestión que formuló Camus en su Mito de Sísifo como ya cité cuando intenté contestar a ¿qué pasaría si me muriese mañana?.
Pero sí, a pesar de los pesares, hay quienes siguen andando por ese camino vacuo de la no-pregunta, avanzando sin ningún tipo de orientación, sin sentido, en un movimiento browniano que calienta el planeta más que el calentamiento global, fomentando el desorden puramente entrópico, partículas de polvo en un universo inmisericorde y sin dios que nos diga por dónde debemos avanzar.
¿Conoces a alguien que no se haya hecho esta pregunta?
Pues ayúdale y hádsela tú. No queda otra si deseas vivir en una comunidad humana, en caso contrario, solo estamos rodeados de becerros purulentos cuya vida no vale nada. Son alimento. Y la antropofagia dejaría de ser abominable.
Hacerse la pregunta no significa, no obstante, tener una respuesta que valga siempre ni para todo el mundo, es más, puede que no se sepa qué responder… eso no es importante.
Lo importante es saber que el ser humano se hace preguntas como esta, que para ser ser humano hay que hacerse preguntas como esta… y no hay excusas…