Querida víctima, lo siento. He perdido a este juego y tú… también! Le has dado a me gusta y comentado mi estado, así que ahora deberás publicar el siguiente estado para continuar con el juego (a no ser que hayas perdido tu sentido del humor). Sé que nadie leerá mi estado pero a veces, cuando estoy aburrida, voy al jardín, me cubro de tierra y finjo que soy una patata. Lo de las entrañas de la tierra se lo ha inventado tu amiga. Ahora, a ti, te toca hacer un poema con ello. (Me pide)
Finjo que soy una patata
cubierta de tierra
que dejo crecer mis raíces
hasta que ocupan el planeta
y salen por las antípodas neocelandesas
en forma de árbol patatero
que cubre de sombra el mundo.
Finjo que soy un rayo de sol
sobre esas hojas tuberculosas
que lloran rocío
en las mejillas de la humanidad
entristecida
por una ausencia de luz
una carencia de alegría
antipodal.
Finjo que soy lágrima de humano
conteniendo un fractal de sales invisibles
abigarrado enjambre de tristeza
goteando la faz de la ignominia.
Finjo que soy un violador de versos
que hiende sus grandes ojos negros
sobre un soneto violante y no violado
de Lopes y de Carpos y de olvidos.
Finjo que finjo
y ya no finjo:
soy
sin más
Giusseppe
o un
giusseppe
cualquiera
sin mayúsculas ni apellidos
sin afán de ser más grande
que la inmensa inmensidad de un océano
vertida en el interior de una persona.
Y me dejo llevar por el pequeño juego
que una amiga me propuso
componiendo este poemita
para la posteridad electrónica
para la red de redes
o para nada más que ser una patata
un rayo de sol
o una lágrima
por un ratito breve
como el tecleo de un verso en el diario
sin entrañas
extrañas
que lo apañen.