Llueve
las gotas de agua en la ventana
dejaban en el alfeizar
sus sombras.
No había arco iris
No había nubes de algodón
No había relámpagos
Sombras mosca
en el alfeizar
mientras desayunaba.
Diario
Llueve
las gotas de agua en la ventana
dejaban en el alfeizar
sus sombras.
No había arco iris
No había nubes de algodón
No había relámpagos
Sombras mosca
en el alfeizar
mientras desayunaba.
Me temo que no es tan optimista:
Ambas imágenes son los deseos (e imposiciones) del patriarcado. Lo que ha cambiado no es que antes no hubiese patriarcado, es el hecho de qué tipo de mujer se requería o para qué se suponía que había de servir. Pero mucho me temo que, en ambos casos, se trataba de «servir».
Aunque me queda pendiente (entre otras tantas y tantas cosas) la lectura en profundidad de los textos de la escritora y pensadora Marija Gimbutas, quien sostenía la existencia de una sociedad matriarcal pre-protoindoeuropea, mientras realizaba sus investigaciones sobre los pueblos y lenguas bálticos.