Somos raros ha dejado de ser malsonante. Ahora es hasta comercial. Qué bien.
Ya puedo ser un producto de mercado sugerente, original, diferente, fuera de normas que nos oprimen.
Somos raros será un slogan más de esos que se apropian de toda revolución.
Pero claro, será una rareza autorizada, una rareza descafeinada, una rareza superficial y vana, como esas rarezas del mercado.
Qué absurdo mundo en el que las palabras cambian tanto de significado sin cambiar de significante. Hasta que el significante deja de tener claro cuál era su significado preferido.
Seguiré siendo raro, me temo, no por vocación, no por voluntad propia, sino porque quiero generar una tendencia a que no quieran seguir tendencias. Este paradigma, este oxímoron, hará que no me salgan seguidores… y siga siendo raro, sí, sin arreglo, ni ganas de tenerlo.
¡Querida Aída, cuántas ganas de verte!