El sábado día 6 de febrero hubo un espectáculo de títeres en horario infantil en el que, en un momento dado, aparecía una pancarta (no conozco con precisión el contexto) en el que figuraban las palabras GORA ALKA-ETA.
Ese mismo día, interrumpiendo la actuación, la policía intervino y ahora mismo están encarcelados los titiriteros en cuestión.
ENCARCELADOS.
Es decir, que por algo semejante se pueden pedir penas de cárcel sumarial, por vía rápida, por intervención directa. Para eso se llama terrorismo a lo que se llama terrorismo.
Hay infinidad de casos que están en procesos de resolución con muy poca gente en prisión por ellos. Véase casos contra el PP (hay tantos que es difícil enumerarlos como casos aislados, por más que insistan) o los casos contra los aledaños de nuestro monarca.
No son de «enaltecimiento del terrorismo», que es una figura legal muy conveniente, pero tampoco son baladí aunque no son urgentes y nos recuerdan permanentemente que hay que saber tener paciencia con los procesos legales. Que la ley lleva su tiempo. Pero no parece que sea así siempre.
Hay enaltecimientos de la violencia de muy distintos modos, algunos presuntamente legales, o legítimos, como la intervención armada en un país con la pretensión de que tenía unas armas de destrucción masiva que no fueron nunca encontradas, pero ahí queda, sin juicio alguno. No ya detenciones ni encarcelaciones.
Hay enaltecimientos de violencia fascista en cada ocasión que a los manifestantes de la más extrema derecha (que son votantes del PP por falta de otra cosa más afín) se los ve por las calles con banderitas preconstitucionales, pero nadie parece ofenderse como para que aquello acabe en prisión de nadie.
Sin embargo, es oír la palabra ETA y como ante la peste todo el país parece ponerse de acuerdo en su inmediata y contundente CENSURA.
Hasta este punto están las posturas tan afiladas en este terreno que no me atrevo a publicar mi opinión en FaceBook ni similar pues es más que probable que derivase en una diatriba terrible de desafecciones e incluso insultos.
Este país dista mucho de entender qué quiere decir libertad.
Sobre si la programación del evento (dado su contenido) era inadecuada para la ocasión, quizá no tenga mucho que opinar, salvo que muchas de las cosas que ocurren con un contenido mucho más indeseable desde mi punto de vista lo hacen en esos horarios.
Pero claro, para mí es censurable que una institución como la iglesia católica, con casos de pederastía no condenados con la contundencia debida, con una homofobia declarada abiertamente, con un machismo que se refleja hasta en la naturaleza de la misma jerarquía, tenga patente de corso para ejecutar eventos que considera adecuados para menores… y yo no lo considero en lo más mínimo, por no hablar de la enseñanza en colegios concertados (religiosos) la mayoría de los cuales son financiados por el estado (laico).
Pero todo eso no es violencia… o no es enaltecimiento de la violencia contra un colectivo. Parece ser.
El MIEDO en este país está instalado en todos los rincones pero no es equitativo. Muchos tenemos razones para tener miedo mientras algunos saben que son inmunes a cualquier condena o sanción. Ahí están los hinchas de fútbol semana a semana… y no pasa nada. Nada de nada. Por supuesto, ahí están los banqueros estafadores (supongo que no lo son todos) o los políticos corruptos o los monarcas vinculados con tráficos de influencias o abusos de poder, ahí están los expresidentes de gobierno irresponsables y violentos, hasta para incitar a una guerra que no se llamó así para eximir de participación al entonces rey en la toma de decisión o de responsabilidad.
Los votantes tenemos MIEDO.
Los usuarios tenemos MIEDO.
Los ciudadanos tenemos MIEDO.
Los poetas tenemos MIEDO.
Los músicos tenemos MIEDO.
Los feministas tenemos MIEDO.
Porque sabemos que es probable que algún día acabemos, por algo inapropiado, por algún desliz, multados, MULTADOS, ipso-facto, enjuiciados, sancionados y puede que, sin mucho más… ENCARCELADOS.
Tengo tanto MIEDO que vivo ATERRORIZADO. Pero este terror que siento no lo provocan terroristas, sino mi gobierno, el que representa o ha representado a la mayoría de los españoles. Esos que jamás (por mayoría) serán acusados de enaltecimiento del terrorismo ni mucho menos encarcelados.
Hoy no hago más que recordar a la Bruja Avería de aquella maravillosa Bola de Cristal que se emitía en horario infantil, gracias a la cual, posiblemente, me atrevo a pensar con libertad, aunque me dé miedo manifestarlo. La Bola de Cristal fue cancelada por emitir un programa en horario infantil que se consideraba inapropiado… pero nadie, entonces, fue a la cárcel.
Hoy vivimos un macartismo mucho más duro que entonces, aunque tengamos la sensación de que podemos comprar más colores en las tiendas… nuestra libertad no ha aumentado, en el mejor de los casos. Y no parece que avancemos.