Estoy harto de mis tradicionales partidos de izquierda.
Voté a una izquierda que me convencía, una izquierda moderna, ecologista, federal, dialogante que de tanto serlo ha acabado absorbida por Podemos.
Voté en reiteradas ocasiones a una izquierda más tradicional, que me hacía pensar que seguían defendiendo modelos sociales (socialdemócratas) que los partidos que buscan la centralidad (esa irrealidad malintencionada) habían dejado de lado.
Pero ya estoy hartándome de su incapacidad para ganar, a pesar del tacticismo inteligente (pragmático) de Pablo Iglesias, no han sabido consensuar un acuerdo previo a las elecciones generales que hubiese supuesto el famoso sorpaso que habría abierto la posibilidad de un gobierno socialista dentro de los márgenes de la democracia europea.
Y luego se sientan a proponer mesas de gobierno a cuatro bandas… ¡pero basta ya de bandas!
Quiero que vayan unidos a las próximas elecciones y si no consiguen hacer a un lado las diferencias para conformar gobierno, para conformar una candidatura común, lo siento pero no veré tan mal que forme gobierno la gran coalición que no tienen reparos en hacer a un lado la ideología para gobernar.
¿Qué sentido tiene que no se presenten juntos y luego sepan que están dispuestos a sentarse juntos a conformar alianzas? ¿No es una estupidez estratégica, habida cuenta de que todos los partidos saben que la Ley D’Hont aplica para todos?
Estoy harto de sus miedos, de sus miserias y de sus personalismos. Harto de Pablo Iglesias, que es populista a más no poder, pero harto también de Alberto Garzón y «los maestros» de la izquierda. ¡Venga ya! ¿Cómo era eso de El pueblo unido…?
Pues aplíquense.
O no cuenten conmigo una vez más.