El disco externo

IMG_20160530_111407

Hace unos meses que el disco
externo
que Carmen había comprado hace un lustro
con 320 gigabytes disponibles
y un cable de conexión
que necesitaba dos puertos usb
usados simultáneamente
había dejado de funcionar.

Ella lo usaba
inicialmente
para almacenar su enorme colección de tangos
y sus carpetas personales
hasta que adquirió hace un año
otro disco externo
con 500 gigabytes disponibles
y un cable de conexión
que sólo necesita un puerto usb 3.0
funcionando estupendamente.

Mantenía el anterior
que había dado muestras de agotamiento
por decirlo de alguna manera
como copia de respaldo
a lo que generalmente se denomina backup
conectado a un dispositivo que multiplicaba
la disponibilidad de puertos usb del ordenador
que habitualmente utiliza.

Hace unos meses
de cuando en cuando
el disco no era reconocido al poner en marcha su computador
y el programa creado para respaldar sus archivos
no podía realizar la copia que se conoce como sincronización
mostrando errores de funcionamiento
que hacían evidente que el respaldo
era probable que no estuviese en condiciones
de respaldar nada
(aunque
por supuesto
no era el único respaldo de semejante colección musical
pues estaba replicada en unos seis dispositivos adicionales).

Ayer
mediante un proveedor de productos de alcance global y a través de internet
adquirí una carcasa
metálica y de color violeta
cuyo objetivo es reemplazar a la que tenía el disco
primero
que había dejado de funcionar.

La fecha prevista de entrega de la misma es el 27 de junio
y tendré la paciencia de esperar a su llegada
aunque bien podría haber comprado la misma
sabiendo que se iba a demorar tanto su adquisición
en la tienda de informática que tiene su hermano
(de Carmen)
en Daimiel
lo que sería mucho menos global aparentemente
y, por supuesto, más rápido.

No hay ningún drama en este poema.
No hay por dónde buscarlo.
El disco fallecido no es una metáfora
de un renacimiento
ni de una segunda oportunidad
ni
siquiera
de una reclamación de consumo responsable y sostenible.

Por eso este poema
casi no es un poema.
Pero casi.

Esto no es una broma