Hablar de «descubrimiento» de América es polémico, como casi todo ya, pero no encuentro mejor modo de denominar a ese encuentro de civilizaciones que no dejó de ser un descubrimiento para los que aún no conocían ese lugar y esas culturas allí habitando.
Me resulta interesantísimo y divertido al mismo tiempo pensar que gracias a que la comida se pudría con suma facilidad, a los europeos del siglo XIV (y anteriores) les era imprescindible tener algo con lo que hacerla comestible, disimulando su sabor con las especias, como en ocasiones yo hago cuando un filetito se me ha pasado un día de fecha… por decirlo así y comienza a adquirir ese olor característico de comida a punto de pudrirse.
Esa necesidad impulsaba un comercio global que nunca acabé de comprender hasta descubrir ese dato en el libro IDEAS, que sostiene que la pimienta era un bien preciado en la edad media para poder aprovechar la comida hasta cuando estaba en peor estado.
Es curioso que en la mayor parte del planeta se hayan usado recetas que básicamente producían putrefacción de los alimentos como método de conservación del mismo (de ahí quesos, cervezas, salmueras, escabeches, pescados podridos del norte de Europa…).
En muchos casos, he tendido a pensar que las fuentes de Energía eran uno de los motores de desplazamiento humano y así recuerdo haber sostenido la inevitabilidad de la Operación Barbarroja o la derrota de la Alemania Nazi a consecuencia de sus dos principales derrotas relacionadas con el acceso a la energía del momento: El Alamain y Stalingrado. Su otra gran derrota fue expulsar a quienes podían haber acelerado la investigación en otra fuente energética alternativa a la petroquímica, los científicos contemporáneos que habían asimilado las teorías de la relatividad y la mecánica cuántica, que acabaron recalando en otros lugares al oeste del Atlántico. Su apuesta por la generación de energía a partir del Carbón de sus cuencas mineras no fue una buena idea y no llevaron a buen término su investigación en hidrogenación.
Pero no había sido consciente de que anteriormente a la industrialización las fuentes de energía eran más, digamos, agrarias, provenientes de la fuerza animal y vegetal directa.
En un sentido muy básico, la energía (humana) se obtenía del alimento y eso era por tanto lo más importante, pero su alimentación no tenía buenas formas de almacenaje y se corría el riesgo de pérdida de eficacia energética en la misma, lo que hacía importante la disposición de especias como la pimienta (y otras) que pudiesen alargar la vida útil de la fuente energética básica: la cárnica. Cereales aparte, que son de otro tipo y cuya fermentación era altamente importante.
En resumen:
1.- Para que la comida pudiese usarse más de lo que hoy consideraríamos razonable, se necesitaba pimienta que se traía de lugares tan alejados como Vietnam o China vía la ruta de la seda.
2.- Cuando fue difícil (sería otra historia) acceder a la pimienta de la manera habitual debido principalmente al dominio de la región intermedia por tribus o naciones túrquicas, se dieron las condiciones para buscar nuevas rutas al origen de la misma saltándose las restricciones que imponían estos pueblos.
3.- En la búsqueda de «las indias» se acabó por dar con un continente que, entre otras cosas, proporcionaba nuevos alimentos, pero no se detuvo la necesidad de encontrar una fuente de pimienta y otras especias, por lo que se siguieron buscando rutas alternativas.
4.- Magallanes (amén de los periplos portugueses periafricanos) llegaron a encontrar esas vías que daban acceso a un producto para comer carne podrida disimulando su sabor.
5.- Entretanto, de 2 a 4 se habían producido tantos cambios que la pimienta dejó de ser tan importante… pero eso ya podríamos decir que es demasiado «moderno».