Femenino y conservador

No sé si la pregunta que se hace esta ciudadana virtual es cierta, pero en caso de serlo, que pudiera ser, una respuesta podría ser de perfil antropológico.

¿»los partidos más progresistas y profeministas tienen mayor porcentaje de voto masculino que femenino, y la derecha conservadora mayor porcentaje de voto femenino que el resto»?

Hay teorías que dicen que las mujeres tienden al conservadurismo por cierto «instinto» maternal de protección que ven en estas tendencias mayor estabilidad lo que les es preciso para garantizar la estabilidad del entorno asociada a la seguridad para la supervivencia de la especie.

Es una teoría, no digo que deba ser así, pero lo que más me inquieta no es tanto si esta otra teoría es o no acertada, sino el hecho de que me dé verdadero pánico expresar esta posible explicación ante la segura acusación de machista y heteropatriarcal dominante. Así que me limito al silencio de mi propio blog (que no acepta opiniones).

En resumidas cuentas, no argumento, no opino, me callo, me silencio… y sigo mi vida sin mayor problema que el de tener la impresión de que en un ámbito u otro, la libertad va desfalleciendo por las aceras.

Unos minutos atrás había visto otra imagen de esas «con mensaje» presumiblemente defensora de los heterosexuales en alusión al aluvión de comentarios relacionados con el autobús de la discordia, que era claramente discriminatoria, pero tampoco quise comentar nada. Estas redes sociales muestran la sociedad tal cual es… y esta sociedad es definitivamente censora.

Falta de respeto

Iba en el autobús.

Dos filas más atrás
un hombre veía algún vídeo en su smartphone
sin tener en cuenta el ruido que hacía
obligando a escuchar su entretenimiento
a quienes íbamos en silencio
en el autobús.

Pensé
¡Qué falta de respeto!
¡Qué atropello a la razón!
¡Qué escasez de cultura cívica!
¡Qué mala educación!

Me detuve a mirar alrededor
después de que ese tipejo
hubiese encendido su dispositivo
y vi al resto de los que íbamos en silencio
en el autobús.

Pensé
¡Qué cantidad de buena gente!
¡Qué pocos problemas de convivencia!
¡Qué respeto a la compartición del espacio!
¡Qué buena educación!

No eran incompatibles
ambos pensamientos
simultáneos.

Antiselfie

Variaciones sobre el abecedario

En esta era de ego potenciado por el aumento del autorretrato denominado como selfie (que incluye el «self», egotista inglés) quise jugar a recortarme y eliminarme de fotografías en las que hubiera aparecido, aunque no hubiesen sido realizadas por mí mismo.

Fue sorprendente el proceso, pues me di cuenta (tarde, claro, como siempre) de que quitarme también incluye un «self» y no dejaba por tanto de ser un nuevo ejercicio egotista, pues el proyecto completo giraba sobre mí y yo, y yo mismo, el mismísimo yo yoyeante.

Durante el transcurso de la selección de fotografías, descarté aquellas en las que aparecía con alguien (especialmente aquellas en las que estaba retratado junto a mi querida Carmen de la Rosa) y fui percatándome de que no era tan sencillo determinar qué era yo, pues me surgían preguntas del tipo ¿es mi sombra algo que debo extraer de la fotografía? ¿ese objeto que traje conmigo debo sustraerlo? las gafas, el vestuario, ¿son también «yo»?

Fue, quizá no sorprendentemente, un proceso triste, como de desaparición paulatina, como de muerte procesual, acentuado por una mala racha de salud durante el periodo de inicios del 2017 en que fue realizado. Por fortuna, es algo sólo aparente.

Esto no es una broma