Llaman al telefonillo.
Son Tecnocasa.
Abrimos.
Suben.
Comienzan a mirar por los descansillos sin tocar el timbre.
Me acerco a la puerta.
Les abro con un pedazo de zanahoria en la boca.
Me dicen que son Tecnocasa.
Ya lo sabía.
Me ofrecen valorarme el piso.
Gratuitamente.
Les digo que no me interesa.
Se sorprende (o hace el sorprendido).
Pero si es gratis…
Pero es que no me interesa.
¿No quieres saber lo que vale tu casa?
No.
Me da igual.
Mi casa vale para vivir en ella.
Pero si es gratis…
No tengo mucho más tiempo que perder.
Insisto: No, me da igual.
Preguntan si hay alguna vivienda vacía.
Les digo que no. (No les diría nunca que sí)
Me preguntan si conozco algún vecino que haya fallecido recientemente.
Es el colmo, pienso. Pero les digo que no. (No les diría nunca que sí)
Giran hacia las escaleras.
Les deseo que pasen un buen día
mientras vuelvo a mi casa a seguir haciendo la comida.