Aparentemente, hay confirmada una enorme vulnerabilidad (enorme en cuanto a la cantidad de equipos afectados y a la profundidad de control que puede lograr un ataque exitoso) de seguridad en procesadores informáticos.
El ataque es a nivel hardware, prácticamente, lo que hace que dé igual el sistema operativo que lo gestione. Así que tanto Linux, Windows como MacOS, así como incluso Android e iPhones son víctimas potenciales de este tipo de ataques.
Un artículo bastante completo sobre el tipo de vulnerabilidad pero al mismo tiempo lo suficientemente claro para que legos en la materia pueden leerlo es el de CNET, web especializada de bastante prestigio en el ámbito de la seguridad informática.
El 2018 ha comenzado con un serio problema para los usuarios, pues esta vulnerabilidad aparentemente no tiene solución a nivel firmware (El firmware o soporte lógico inalterable es un programa informático que establece la lógica de más bajo nivel que controla los circuitos electrónicos de un dispositivo de cualquier tipo. Está fuertemente integrado con la electrónica del dispositivo, es el software que tiene directa interacción con el hardware, siendo así el encargado de controlarlo para ejecutar correctamente las instrucciones externas) sino que habría que modificar el diseño o funcionamiento intrínseco del hardware, lo que no es viable sino hasta dentro de varios meses (o cambiando a procesadores no afectados, lo que significa, más o menos, comprar un ordenador o dispositivo nuevo).
Por otro lado, teniendo en cuenta que la seguridad se mide por el eslabón más débil de una cadena, habría que cambiar todos los dispositivos de una misma red, por ejemplo, para sentirse mínimamente seguro ante esta posible amenaza, pero es algo casi inviable, pues incluye hasta el mismo router que tendrá, en muchos casos un procesador ARM vulnerable. (El LiveBox de Orange que tengo en casa tiene un MIPS que no consta en la lista de procesadores afectados).
Dicen en la web del artículo de CNET que la buena noticia es que los hackers necesitan instalar un software malicioso en su computadora para aprovechar estos defectos. Eso significa que necesitan seleccionar sus objetivos y piratear cada uno de ellos antes de ejecutar un ataque sofisticado para robar la información sensible de una computadora.
Pero un párrafo anterior han alertado sobre el hecho de que no sólo afecta localmente sino también a todo servidor del planeta, así que… poco que hacer al respecto.
¿Qué más da que mi equipo esté muy protegido si el de mi banco no puede estarlo? Por no decir el de mi servidor de correo, mi servidor web, mi nube, mi … Todo equipo es prácticamente vulnerable.
De momento, los primeros ataques serán poco sofisticados y afectarán a equipos domésticos casi con total certeza, especialmente a aquellos usuarios descuidados en su política de seguridad que ejecutan software en sus equipos sin ningún control (léase, usuarios de Windows) acostumbrados a pinchar botones de «Aceptar» casi sin mirar, descargando software de plataformas de dudosa reputación.
No se puede vivir con miedo, pero esta vulnerabilidad tan sólo pone sobre la mesa la imposibilidad de vivir tranquilo si se quiere estar pendiente de la seguridad. Eso no implica no ser responsable de la utilización que se hace de los dispositivos que, cada día más, tenemos omnipresentes en nuestras vidas.
Vamos a sufrir un ataque (varios ataques), hay que mentalizarse. Hay que relajarse y disfrutar. Estimar los daños. Valorar lo que se tiene. Pensar que casi todo lo que hay que proteger es cuestión de dinero. Y la vida es mucho más.
Mi recomendación particular, una y otra vez, es pasarse a Linux, no porque sean invulnerables sino porque los ataques irán principalmente destinados (al menos al principio) a Windows/Android/MacOS que son los sistemas operativos más extendidos. Posteriormente, los ataques serán desde los servidores y la defensa ante estos tipos de ataque es mucho más difícil de llevar a cabo. No usar servidores es desconectarse de Internet y es una de esas cosas que, en los tiempos que corren, resulta inconcebible y, en la mayoría de los casos, contraproducente incluso a riesgo de altas pérdidas.