Vaya, no digo que no lo lamente, pero estoy harto de ver el revuelo que se ha armado en FaceBook por su desaparición.
Me regalaron hace años una docena de tazas con el humor más o menos tópico de este dibujante y acabé por deshacerme de ellas pues me resultaban tremendamente machistas. Quizá es que no entendía su humor, pero el caso es que ahora están en casa de los padres de Carmen. Y ahí se quedarán.
Como cosa curiosa, ahora, ¿quién nos recordará que no nos olvidemos de Haití?