Vivir en Linux es un poco como vivir a la contra. Nos obliga a estar siempre aprendiendo herramientas que el resto de personas no utiliza y no tenemos mucho soporte, además de que el desarrollo de las mismas depende de la buena voluntad de los programadores que tienen a bien dedicar parte de su tiempo o de su vida a crear aplicaciones de código abierto, intentando en un intento algo desesperado subvertir las reglas del mercado.
Hoy me veo en la tesitura de aprender a maquetar con Scribus, un programa que sirve para eso pero que dista mucho de ser intuitivo. Por no decir que ya ha tenido un cuelgue por no ser capaz de «importar texto» de un ODT de menos de 100 páginas.
No pienso tirar la toalla porque lo de ir a la contra va un poco conmigo, con mi carácter y con mi forma de pensar. Pero es tan cansado que apenas tengo tiempo para publicar en este diario una entrada digna de hoy.
Mientras tanto, sigo aprendiendo.