Varios correos electrónicos
solicitando información
sobre el evento del viernes pasado
inscribiéndose como seres enloquecidos
a una convocatoria generada en una plataforma
dedicada a la difusión de actividades más o menos culturales
y una avalancha de confirmaciones
a través de las redes sociales.
Realidad y ficción.
Virtualidad y materialidad.
El viernes fuimos 10 personas.
10 asistentes.
10 seres humanos que casi sin decir nada
estuvieron aquí
en el encuentro de té y poesía
que celebramos cada segundo viernes de mes
con la intención de hacer que haya algo más de poesía
en la ciudad.
Lo hubo.
No fue una convocatoria de asistencia masiva.
El precio era cero.
Gané cero euros en varias horas de trabajo.
Pero quizá no era un trabajo
sino tan solo una propuesta de amateur
para que unas cuantas personas pudieran reunirse
y compartir unas cuantas lecturas de poesía
al cálido sabor de un té.
Las personas asistentes ayudaron a la limpieza posterior
y tampoco ganaron ningún euro con ello.
Luego nos fuimos a tomar algo:
unas cervecitas en una terraza
y nos cobraron las cañas.
Y luego me fui a cenar
y me cobraron la cena.
Pero yo había conseguido que hubiese algo más
de poesía
en la ciudad.
La economía es tan prosaica…