El fracaso del éxito

¡Qué éxito! ¡Cuánta gente! ¿Estaréis contentos?

El domingo organizábamos el evento 53 Latidos de Versos que se Abrazan con toda la ilusión de la que somos capaces, que es mucha. La afluencia fue excesiva, superó con creces nuestras expectativas y las del espacio en el que lo realizábamos. Nos habían dicho y repetido que en ese lugar se habían organizado conferencias para más de 140 personas.

Supongo que no confiaban en nuestro poder de convocatoria ni en el interés suscitado por un evento de Poesía, Música y Tango, pero se equivocaron. Y nos hicieron dudar, así que procedimos a hacer un llamamiento masivo, una campaña de captación de gente por si no alcanzábamos los mínimos que el local nos pedía para no tener que pagar dinero (nunca ganamos dinero de algo así y en la mayoría de las ocasiones lo perdemos).

El público comenzó, obediente, a acudir temprano para garantizarse una de las preciadas plazas. No hubo control de acceso y se fue llenando la sala sin orden ni concierto, lo que provocó que algunas personas se disgustasen. Afortunadamente, la mayoría comprendió la dificultad de lo que estaba pasando y colaboró para que pudiésemos estar lo mejor posible disfrutando del evento.

El aire acondicionado era mínimo y, especialmente al comienzo, se fue la luz unas cuantas veces. El calor ese día fuera superaba los 40 grados. Dentro no era mucho menor. Estábamos en una sauna y aún así, de nuevo la gente demostró ser estupenda y no crisparse (yo estaba crispadito por dentro… mientras me derretía).

En teoría íbamos a contar con una mesa de mezclas de la sala a la que podríamos conectar tanto el equipo necesario para la música como unos micrófonos inalámbricos comprados para la ocasión. El día anterior nos enteramos de que no existía la mencionada mesa de mezclas, así que improvisamos, con la inestimable ayuda de Jose Luis Yanguas, una conexión alternativa para que los micrófonos estuviesen conectados a un amplificador portátil cuya calidad no era la adecuada para una sala tan abarrotada. Pero sin los micrófonos, había mucho ruido ambiente y las voces apenas se oían. Así que la poesía quedó algo perjudicada por estos problemas técnicos.

No obstante, la palabra permanece en el libro estupendo que a la salida varias personas ansiaban tener en sus manos. Regalamos varios (no son ejemplares a la venta) a quienes se interesaron y próximamente convocaremos un recital poético que pueda dar vida a los textos que no se leyeron desde una intimidad diferente.

El espectáculo era demasiado espectacular.

Nos había podido la megalomanía y nos desbordó.

Sí, hubo problemas técnicos, pero no fueron los más importantes después de todo.

Al reflexionar sobre el evento, pensamos que habíamos perdido un poco el objetivo del mismo, de hacer disfrutar a los participantes de un encuentro amable, cálido (de calidad y calidez, pero no de calor), de dimensiones mucho más humanas, mucho más cercanas, en el que poder entablar conversaciones tras las actuaciones, relacionarse…

Pero tampoco en eso estuvimos acertados pues el lugar nos instó a abandonar sus instalaciones puntualmente a las 11:00, tras un pequeño ágape que quedó algo escaso ante el enorme esfuerzo que habían realizado todas las personas participantes. Es normal, nos decimos, son los precios del suelo en Madrid, es el precio de la comida… el trabajo de hostelería… ese sí se cobra, es normal. Nosotros no cobramos, ni cobrábamos, ni teníamos intención ni la tenemos. Así que no teníamos ninguna necesidad de organizar algo de semejantes dimensiones.

Fue un éxito, sí. Fue lo que se suele denominar éxito.

Las actuaciones de Tango fueron estupendas, las lecturas de Poesía fueron estupendas, las actuaciones musicales fueron estupendas, nuestras intervenciones fueron estupendas. El público aplaudió y lo disfrutó, a pesar de los pesares. Quedó un bonito recuerdo en las retinas de las personas que pudieron verlo.

Fuimos organizados en tiempo y roles, sabíamos quién tenía que hacer qué en todo momento y más o menos cumplimos con los plazos de las distintas piezas que se iban a mostrar y se mostraron.

Se pudo proyectar a modo de bienvenida una lista escogida de vídeos del Laboratorio de Experimentos Poéticos, interrumpida de manera algo abrupta por un corte de suministro eléctrico.

Pero estábamos superados. Absolutamente superados, de público, de actuaciones, de grandiosidad. Al despedirnos nos confesaron que, efectivamente, nunca habían tenido ese aforo, que en el interior de la sala caben como máximo 90 personas, que en todo el espacio (contando el restaurante que es otra sala) tiene un aforo de 140 personas y que, más o menos en una estimación aproximada, habían venido unas 160 personas a este evento.

Fue un éxito, sí. Fue lo que se suele denominar éxito.

Y sin embargo…

Esto no es una broma