Me pide amistad.
Tiene muchos amigos.
Algunos compartidos.
Pienso: puede ser alguien interesándose en mis talleres…
Agrego a mis amigos.
Llega el siguiente diálogo absurdo:
Hasta ahí puedo leer.
No contesta a mis preguntas.
Tiene una «agenda oculta».
Quiere algo que yo no quiero.
Me da igual que tenga 24 años.
Me da igual que viva en Francia.
La borro de entre mis amigos.
Elimino la conversación
que
en puridad
no fue una conversación.
Olvido la interacción
claramente fallida.