He terminado el rollo que propuse como actividad colectiva durante la Presentación del Proyecto !ç~ñ¿.# consistente en rellenar una larga cantidad de papel enrollado a partir del que utilizan actualmente las compañías de envíos para proteger el interior de los paquetes sobredimensionados en lugar del anterior plástico de burbujas.
Me entretuve en enrollar cuidadosamente uno de esos papeles grises y de textura áspera en torno a sí mismo y lo introduje en un cilindro de una compañía de aromatizadores que también sobredimensionan su embalaje para proteger unos finos palillos que por capilaridad van absorbiendo el líquido oloroso de un recipiente y volatilizándolo hacia la estancia en la que se encuentre.
Enrollarlo cuidadosamente (repito) fue un proceso más relajante de lo que uno se pudiera pensar en primer lugar, teniendo que hacer eso y sólo eso, a modo de actividad zen, durante un largo rato, para lograr que el extendido y arrugado papel acabase formando un cilindro espiral de ajustado grosor para poder introducirlo en el estrecho prisma circular opaco que tenía dispuesto.
Durante la presentación fue desenrollado para ir conformando otro rollo en torno a otro cilindro al modo de los antiguos rollos de papiro o pergamino y pedí que fuesen escribiendo en él a lo largo del evento lo que deseasen con tal de que usasen exclusivamente los signos utilizados en el proyecto !ç~ñ¿.#
El resultado son más de 15 metros de papel enrollado que no sé en qué momento volveré a desenrollar para mostrar en algún sitio, pero es uno de los trabajos más interesantes que creo haber realizado o propuesto, a pesar de (o justamente por eso) su carácter pobre, sencillo y, al mismo tiempo, significativo.