Hilando fino como aprendiz de editor

Terminada la maquetación del libro colectivo de este curso 2018-19, me voy haciendo pequeños detalles a modo de experimentos editoriales que mejoran la calidad de los ejemplares, pero es peligroso no caer en manierismos excesivos o barroquismos fruto del deseo de demostrar habilidades…

Hoy he estado reduciendo el ancho de una línea que separaba los números de página para hacerla menos masiva por decirlo así y he encontrado que diferencias en la décima de milímetro son muy significativas. Aunque pueda parecer ridículo. Por ende, he preferido no encajar la línea vertical con la horizontal para no dejar una sensación de claustrofobia, de encerramiento, con una numeración encarcelada.

El diminuto sello de una clave de sol que hace referencia obvia a la Asociación Cultural Clave 53, a falta de una definición editorial independiente de los talleres. Es algo que está por llegar, pero eso será en un futuro próximo y seguramente no para el libro colectivo, que seguirá siendo fruto de los Talleres de Poesía y Escritura Creativa de la Asociación.

Son pequeños detalles y aun así me importan.

Como siempre, editando y trabajando con software libre, el libro ha sido maquetado sobre Linux Mint, usando LibreOffice como herramienta para revisar el texto, compuesto con Scribus y la portada está realizándose en este momento con Inkscape.

Junta una palabra con otra

A la siguiente palabra súmale
dos y encuéntrate sorprendido
con una nueva oración
aunque sea subjuntiva
sin repetir vocablo
pero ahíta de desesperación
contra aquella ventana
antigua observada
desde banqueta negra
mientras escribías poemas
bastante pobres
titulados naderías
junto dedales mudos
esperando siempre futuros ciertos
inesperados.

Une esta sílaba absurda,
no abandones nada
esquilma lenguajes sordos
buscando amaneceres imposibles;
aquel mínimo silencio
apágalo.

Vincula ese adjetivo acompañando
este sustantivo
formando grupos heterogéneos
sintácticamente cuestionables
hasta alcanzar cimas ridículas.

Casa esa materia verbal
– alternándola sencilla –
estos pocos adverbios terminados en mente
enumera
logra metas tramposas
articulando lenguas muertas
meticulosamente.

Concluye por fin.

Memorias de Julia Urbán

Por fin han llegado los 25 ejemplares que he terminado de editar las Memorias de Julia Urbán, una mujer que depositó su confianza en mí hace casi dos años y que estuvo trabajando en la escritura de su autobiografía que han terminado por ser un precioso libro de más de 240 páginas.

He probado una imprenta nueva y no parece que haya ido mal, aunque tampoco es que el producto sea muy sofisticado, así que es complejo valorar cómo habría sido la edición de una tirada más complicada.

La portada ha perdido algo de brillo (de tono, más bien) pero creo que la culpa es mía por no saber manejar correctamente paletas de color adaptadas al mundo editorial. Tendré que seguir aprendiendo.

De momento, orgulloso de haberle podido hacer realidad ese sueño a un precio razonable y con una calidad bastante alta, siendo un editor recién llegado, pero que compensa su escasa experiencia con trato personal y entrega absoluta.

¿Nada preocupante o todo lo contrario?

Si yo me hubiese encontrado un problema como ese (lo remarcado en rojo) de posicionamiento de la capa de índice bajo la capa azul, me sentiría avergonzado, yo, que no soy más que un aficionado de la «programación» web, que nunca se debió llamar tal cosa, puesto que es tan sólo un lenguaje interpretado… pero vaya, sin entrar en detalles tontos, ¿nadie se da cuenta de esos píxeles de desajuste o a nadie le importan?

Y aquí mi reflexión:

A casi nadie le importan y quizá a mí me importan demasiado. Es ridículo perder como yo habría perdido, horas en lograr que en cualquier tipo de dispositivo ese posicionamiento ocurriese siempre de manera exacta y sin dejar esa antiestética franja visible… a modo de chapuza. Pero es ridículo, sí, es absurdo. Tanto como todo el contenido junto del periódico en cuestión.

Las faltas de ortografía, gramática y de redacción, sin mencionar los típicos y frecuentes errores numéricos (confundir millones con miles o cosas parecidas) son tan frecuentes en este medio de comunicación que ya ni me preocupo por «hacerlo notar». Así que así seguimos… cada día dándole menos importancia a lo que decimos, a lo que nos dicen, a cómo nos lo dicen… y sin embargo nos atrevemos a llamarlo «información».

Cosas que pasan.

Mientras tanto en otra galaxia…

Palmeritas

De cuando en cuando compro un paquete de estas palmeritas que cuesta alrededor de 80 céntimos para tener algo que llevarme a la boca cuando llego al estudio tras los minutos dedicados a ejercicio físico en la piscina. No es que crea habérmelo ganado, pero sí que parece un poco «de Paulov» esto de darme galletitas si lo hago bien… afortunadamente no me doy electroshocks si lo hago mal.

Es una tontería, pero quería compartir esta pequeña cotidianidad.

Me disgusta que no se diga cotidianeidad en lugar de cotidianidad. Es como si una e se perdiese de alguna manera… pero esto es otra pequeña o insignificante tontería.

Acabo de leer que la RAE (oh, sacrosanta) permite ambas escrituras para la misma cotidianeidad. Así que felizmente, me desdigo de mi disgusto. JAJAJAJAJA

Despreciando la obsolescencia

No creo mucho en ese término tan manido de la «obsolescencia programada» pues lo que se ha programado es realmente a la sociedad para que no quieran tener más que el último modelo de todo, para que todo sea tan rápido como pueda ser tecnológicamente o tan actual como pueda ser en otro orden de cosas. Modas y tendencias, usar y tirar.

Hace años que tenemos el ordenador de sobremesa (en realidad de torre, pero ahora a todos los llaman sobremesa vs portátiles, aunque ese es un conflicto de nombre tan absurdo como el de PC vs Mac, sin saber que PC significa literalmente Personal Computer, así que si un Mac es usado de manera personal…) Es un Compaq Presario de los tiempos en los que existía esa compañía antes de que HP la hiciese desaparecer formalmente en 2013.

Adquirimos a TOWI (nombramos los ordenadores de una manera muy simplona, aunque de un tiempo a esta parte ando pensando en renombrarlos a orquestas de tango o compositores) en 2010. Venía con un MS Windows 7 con licencia preinstalado, con un disco duro SATA 3G de 640 GB (7200 rpm), 4 Gb RAM en dos tarjetas de 2 Gb cada una, un procesador Intel Pentium E5300 y conexiones típicas para la época: 6 USB 3.0 (4 en la parte trasera y 2 en la frontal), ethernet y ranuras de expansión para tarjetas: 1 PCI (1 libre), 2 PCI-Express 1x (2 libre).

Han pasado casi 10 años desde que lo adquirimos y ha ido creciendo por dentro, añadido un disco SSD, usando esas ranuras de expansión disponibles, así como por fuera con las conexiones con almacenamiento externo por USB.

De las primeras expansiones «internas», abriendo la torre y adquiriendo pequeñeces para aumentar su funcionalidad o para reutilizar algo disponible, fue cuando compramos un pequeño dispositivo que permite convertir un disco de conexión IDE (mucho más antigua que los modernos SATA) a USB sin carcasa para no convertirlo en un disco externo. Inicialmente lo tuvimos así, pero la caja dejó de funcionar, extrajimos el disco y con ese mínimo aparatejo tuvimos un disco interno que se conectaba por USB.

Para no tener que sacar un cable USB de las tripas de TOWI hacia un conector externo y, aprovechando para aumentar el número de conexiones USB disponibles (que se nos habían quedado en muy pocas a partir de la adquisición de discos externos, ratones, teclado, impresora, webcam, pendrives…), nos pedimos para reyes una tarjeta PCI en enero de 2017 que incluye cuatro conexiones USB 2.0 externas y una conexión hacia el interior de la caja.

Hace un año que el ordenador, con un Linux (Ubuntu/TangoStudio) que sustituyó al preinstalado de MicroSoft, iba algo lento, lo que podríamos llamar gajes de la edad, pero le hemos dado un poco más de vida con la instalación de un disco duro de estado sólido (SSD) conectado a la placa mediante un cable SATA. Para poder llevar la corriente al mismo tuvimos que comprar un adaptador (mínimo gasto de menos de 2€) que bifurcase uno de los conectores MOLEX de 4 pines hacia conexión de corriente SATA.

El disco SSD particionado tiene 120 Gb, lo que no parece mucho, pero es suficiente para el sistema operativo y algunas carpetas que requieran acceso de lectoescritura más rápido. Fue una compra que hice por 27€ en su día para intentar darle algo más de vida a otro ordenador (en esta ocasión un portátil HP Pavilion) que no acabó de lograr su objetivo, así que lo reutilizamos en TOWI.

Towi, por tanto, tenía ya un SSD como disco principal, Lacie (que tiene otra larga historia relacionada con su adquisición como disco de almacenamiento externo LaCie Desktop Hard Disk 320GB USB 2.0, 7200 RPM, Negro, para luego pasar a una caja que soportase interfaz IDE cuando dejó de funcionar la que venía de serie) como disco conectado con ese adaptador IDE-USB a la tarjeta PCI-USB, por supuesto el disco que traía de serie de 640 Gb al que llamamos COMPAQ. Aproximadamente 1Tb de capacidad repartida en 3 discos muy diferentes.

En el exterior, por otro lado, había ido aumentando la cantidad de discos conectados por USB. Pero las interfaces USB 2.0 hacían algo lento el tener conectados discos que podían ir a la velocidad de USB 3.0 en las existentes, para ese momento 10, conexiones USB externas disponibles.

Carmen necesitaba cada vez más espacio y ya no había forma de distribuirlo sin que resultase muy incómoda su gestión. Así que le propuse adquirir un disco USB 3.0 de «gran capacidad» (2 Tb) MAXTOR que le compró a su hermano. Pero ahora quedaba la cosa de cómo aprovechar ese disco rápido y grande con sus anticuadas (que no obsoletas) conexiones USB 2.0.

Hace unos días compré para ello unas tarjetas PCI-Express (aprovechando que quedaban aún 2 slots disponibles) una de ellas para proporcionar 2 USB 3.0 traseros con un conector USB de 15 pines interno al que se le podía conectar la otra, que no es más que un sofisticado USB 3.0 hub que dota al equipo de salidas frontales 3.0.

Ambas tarjetas necesitaban ser conectadas a la corriente (necesitan alimentación eléctrica) y fue bastante complicado desplegar el cableado para que pudiese llegar a todas las tarjetas y discos duros que este pequeño Frankenstein necesita. Habría sido conveniente un alargador de cable MOLEX que cuesta menos de 2€ y que no tenía. Lo logré sin ello, si bien el disco IDE (Lacie) queda algo «colgado» en un dudoso equilibro en el espacio interior de la torre.

Puede que llegue un momento en el que no sea rentable seguir invirtiendo mínimas cantidades para hacer que este viejo ordenador siga siendo uno de los equipos principales que tenemos, pero de momento me resisto a abandonarlo y seguiré diciendo que la obsolescencia no está programada en los dispositivos, sino en los humanos.

Herido

albo
en la lluvia artificial
taladro opaco

herido
sin hemorragia activa
cetonas desaforadas
alquimia humana

aullido sordo
vuela solsticios
abandonados

látigo de papel
contra la crueldad del paso del tiempo
bate en retirada la remolacha

ceguera
con ápice de aspid
mordiendo el polvo

hermetismo intencional
apaga lunas de hiel

un ramo de versos
mueren despacio

Esto no es una broma