Errores en RENFE Cercanías

Desde hace unos meses han ido sustituyendo las máquinas tradicionales de RENFE Cercanías para adquirir billetes por unas más modernas, en un intento de simplificar el proceso, supongo, incluyendo la posibilidad (aunque se convierte en obligación al no ser opcional) de pagar con tarjeta de crédito de manera que no haya que introducirla en la habitual ranura de estos dispositivos, presuntamente mediante el uso de la tecnología inalámbrica que evita el contacto de la tarjeta y, con ello, quizá, su desgaste, tanto el de la tarjeta como el desgaste del lector.

Sin embargo no funciona bien esta tecnología que da más errores que aciertos, convirtiendo el proceso simple de adquirir un par de billetes en una sucesión de búsqueda de máquinas hasta que se llega a la conclusión de que es necesario dirigirse a alguna persona (no una máquina) de las que trabajan por allí, si es que hay esa suerte, para que nos ayude o nos indique si hay alguna alternativa. Suelen responder (ya me ha pasado varias veces) que esas máquinas no funcionan (las nuevas, sí, las nuevas). Así que una de las mejores opciones, después de haber perdido minutos valiosos durante los cuales vemos irse trenes que van en la dirección deseada, es el dinero físico (si es que el dinero alguna vez es físico y no simbólico), metiendo moneditas en alguna de las oquedades dedicadas a ese fin esperando que en esa ocasión la maquinita en cuestión funcione y tenga a bien ser más eficaz de lo que sería un ser humano tras una ventanilla.

Vuelvo a preguntarme ¿era necesaria la modificación de las máquinas anteriores por esta versión «mejorada»? ¿acaso funcionaban mal las «desechadas»? ¿obsolescencia o petulancia?

Y no respondo porque, a fin de cuentas, no sé lo suficiente.

Nostalgia

Soy un nostálgico tecnológico y cuando un aparatito como este cae en mis manos me cuesta deshacerme de él, tirándolo o llevándolo a puntos limpios o lo que proceda. Apenas me deshago de tecnología por muy obsoleta que pueda parecer siempre pensando que en un futuro puede serme de utilidad en todo o en parte.

Pero reconozco que es poco probable que nada de lo que tiene este modem vaya a usarse nunca más, teniendo en cuenta la migración a fibra en casi todos los hogares, además de la insuficiencia que ahora mismo consideraríamos de una conexión de (en el mejor de los casos) 56K.

Y aún así…

Reordenando carpetas de correo electrónico

Hace tiempo que tengo pendiente hacer algo con mi correo electrónico, que almaceno desde que lo tuve, allá por los lejanos años 90. Cuando casi no existía la arroba @ ni nada que se le pareciese y se utilizaba el AT para enviar correos EN un servidor.

Cada vez que borro un mensaje de correo electrónico, incluso de esos de publicidad indeseada comúnmente denominada SPAM, me lo pienso y decido si no será digno de mantener, si no tendrá o contendrá algún texto útil o me culpabilizo asumiendo que no soy capaz de encontrar esa poética oculta en un mensaje de promoción de cialis.

Si además procedo a borrar algún correo que no sea de ese estilo, sino proveniente de algún conocido o alguna conocida, ya puedo tardar incluso minutos en determinar si merece ser borrado aunque hayan transcurrido más de 10 años desde su visionado. Sabiendo que hago copias de seguridad, incluso seguro que está en alguna de ellas almacenado o en varias, inclusive.

Reordenar carpetas es parecido en el sentido técnico pues implica un borrado (más o menos) de lo anterior para tener una nueva ubicación. Y también lleva tiempo el decidir si es ahí donde deben estar o en otra ubicación más «apropiada», así por ejemplo: ¿la subcarpeta CEDRO debe estar en la carpeta ESCRITOS o en la carpeta EDITORIALES?

Supongo que poca gente se preocupa por esta forma de organizar las cosas electrónicas ahora que los buscadores hacen maravillas y acaba resultando una pérdida de tiempo, posiblemente, esta obsesión categorizadora. Pero no puedo evitar hacerlo y sentirme, incluso, orgulloso de ello. Es tan tonto…

18993

El 3 de junio, es decir, el lunes pasado, fue mi 52 cumpleaños y, sin entrar en detalles astronómicos de medición del tiempo… se me ocurrió hacer el sencillo cálculo de multiplicar por 365 y añadirle un día más por cada cuatro años (bisiestos) recordando eliminar uno por el año 2000 que no lo era. Y salió esta cifra:

18.993

Así que respondí a las felicitaciones con el siguiente mensaje:

¡¡¡18.993!!! En una semana habré cumplido 19.000 días en la tierra, tras salir de la nave espacial matricial.

Ese día, mis queridos alumnos del taller de Poesía y Escritura Creativa se presentaron con unas tartaletas y estas velas para soplar una cifra algo astronómica… y sin embargo diaria.

Performance en Instituto Cervantes

Me alegra informar que participo en una presentación performática de un proyecto interesantísimo de Marta PCampos que se expone en el Instituto Cervantes el martes 4 de junio a las 19:00.

Es curioso que no lo quiera llamar performance y sí «presentación performática», pero tiene algo que ver con el hecho de que la acción está concebida tan sólo en parte para ser una obra en sí misma y otra parte para ser una presentación de la obra de Marta PCampos, ese diccionario en el que, de manera rocambolesca, he acabado por estar citado.

¡Qué divertido!

Eliminar grasa a base de hamburguesas de cerdo

Cuando ocurren estas cosas siempre me hacen gracia y, al mismo tiempo, me provocan cierta estupefacción asquerosa, algo así como la sensación de saber que los algoritmos no son humanos, no entienden bien la idea de contexto, de lectura más allá de una publicación cada vez, con cada mirada, como si no entendiesen que vemos (algunos humanos) todo lo que nos pilla por delante, incluso cuando queremos ver menos.

Y así en Instagram se me apareció esta divertida combinación:

Esto no es una broma