Adoro no saber cuándo es festivo
y venir a trabajar
escribiendo
pintando
rompiendo cosas para construir alguna nueva
lo que podríamos llamar transformando
el universo
para hacer versos.
Adoro enterarme por la prensa
que apenas leo
o por teléfono
de una festividad que no respeto
porque no es digna de mi alabanza
ni de un minuto de mi tiempo.
Adoro evitar las fiestas patronales
en las que últimamente
casetas de un partido xenófobo
machista y execrable en general
pululan por las mismas haciéndose gloriosa propaganda.
Esperar a unas amigas en el estudio
ofreciéndoles espacio y tiempo para crear
como diría Bukowski
que el aire y la luz entren a raudales
por el recién abierto ventanal.
Prepararé un té
comeremos unos donnuts
y seré más feliz que si estuviese celebrando
algo distinto que la vida misma
cada día de ella.