¿Alfombra nueva o limpieza?

En el estudio tengo una alfombra que me prestaron/regalaron los compañeros de estudiomamifero con quienes comparto espacio.

Sirvió para ocultar unas manchas en el suelo que es de corcho o similar, algo próximo al linóleo, pero con un aspecto más envejecido y algo desvencijado.

Además, aporta un toque de separación de la región dedicada a los talleres de la que dedico a mi trabajo. Ayuda a crear una atmósfera cálida, recogida, con una sencillez pasmosa.

Pero lleva mucho tiempo sin limpieza y va acumulándose, del uso, un poco maltratada por la falta de atención, muchos pies calzados sobre ella, incluso restos de cartón recortado o de espray, papeles, tinta.

Así que he decidido que tenía que hacer algo al respecto: comprar una nueva o limpiar la existente.

Y aquí han bailado varias razones para decantarme por una u otra opción:

Limpiarla no la va a arreglar de aquellas marcas que el tiempo y la presión de las patas de las mesa han dejado sobre ella.

Limpiarla no resulta un cambio que pueda suponer un atractivo extra para las personas que están acudiendo al taller que siempre agradecen los cambios, las novedades…

Limpiarla no es mucho más barato (pero algo sí) que comprar una nueva. Tampoco es que la alfombra que tengo sea de una calidad inigualable.

Pero…

Comprar una nueva es algo absurdo pues tendría que decidir qué hacer con la sucia, que no está tan mal como para tirarla. Existe la posibilidad de usarla (si quedan marcas) como alfombra para esta región personal, esta sobre la que ahora mismo estoy escribiendo esta pequeña disquisición, pero podría pasar que el contraste con la nueva resulte feo o aumente el ruido visual del espacio.

Comprar una nueva es mucho más ineficiente medioambientalmente, aunque no pueda estimarlo con exactitud. Amén de un gasto (aunque sea poco) innecesario adicional.

Comprar una nueva lo habría hecho utilizando el monstruo del monopolio comercial americano… por comodidad, por precio y por ahorro de tiempo. Perjudicando al pequeño comercio en cierta medida.

Después de un rato buscando limpiadores a domicilio de alfombras en internet… he pensado que quizá no era tan incómodo llevarla si podía ahorrar un poco de dinero, a la tienda en lugar de pagar por el transporte de quienes viniesen a limpiarla.

Así que he buscado tintorerías…

Y resulta que no recordaba (me he llevado las manos a la cabeza) que justo bajo mi balcón de la primera planta hay una tintorería que, en ocasiones, resulta algo molesta con su ruido de máquinas centrifugando. Justo bajo el balcón estaba la tintorería.

Aun así, he llamado por teléfono para no ir en persona para preguntar el precio de limpieza que era algo más caro por metro cuadrado de lo que ofertaban algunas de las empresas que realizaban la recogida y posterior entrega, pero cuyo coste total, sumado el razonable abono derivado de sus desplazamientos, sobrepasaba el modesto coste de la tintotería bajo el balcón.

Curiosamente, van a tardar mucho más en tenerla disponible que cualquiera de las opciones que barajaba, pero tampoco es tan grave, si pensamos que no queda fatal el suelo sin esa alfombra y que quienes vienen por primera vez a los talleres no saben si había o no alfombra bajo las mesas.

Esto no es una broma