Una forma
perversa
perfecta
de llegar al silencio
es mediante el ruido
mucho ruido
tanto ruido
que el ruido
no deje oír
no deje escuchar
no deje saber
no deje prestar atención
a nada que no sea
el ruido
mucho ruido
tanto ruido
que el ruido
es el único estímulo
para que el silencio
se imponga
sobre lo que no sea ruido
y no se oíga
no se escuche
no se sepa…
nada más
que
el
ruido.