Sí, sé que es raro, pero es ninguna parafilia extravagante, ni ningún tipo de fetichismo que, por otro lado, no me importaría que fuese.
Así es, algunas voces femeninas me resultan sumamente seductoras o atractivas. No todo iba a ser objetual… aunque puede que lo sea, teniendo en cuenta que existe lo que se denomina, desde el descubrimiento de la música concreta, objeto sonoro.
Por poner un par de ejemplos de mujeres cuyo cuerpo no conozco, ni su personalidad, pero de quienes sí conozco su voz son:
La mujer que dice que me haga de Spotify Premium para no tener música sin interrupciones. Es paradójico, porque no me gusta que me interrumpan la música (de eso se trata) para promociones variopintas, pero que lo haga una voz tan bella hace que quiera tener las interrupciones. Así que sin conocerla, además de estar ahorrándome dinero (prescindí de la cuenta Premium para desviar ese gasto a mi cuenta de «nube» Mega) también me resulta sumamente agradable.
Otro caso singular es el de la voz de doblaje de la actriz de Gillian Jacobs a quien vi en el papel de Britta Perry en la serie Community. Cada vez que oigo a esta actriz de doblaje, siento que la protagonista me gusta y no sé por qué. Y luego me acuerdo de que es su voz lo que más me gusta de ella. La actriz de doblaje se llama Antía Ávarez Jiménez y me dan hasta ganas de buscarla en facebook, pero en realidad eso es lo que haría que pasase de ser algo razonable a casi acoso.
Pero no son los únicos casos. Evidentemente, resulta más difícil en personas a quienes conoces en persona identificar si lo que te gusta de ellas (o ellos, pero no suele ser mi caso) es la voz. Es algo que seguro que tienen perfectamente conocido cualquier persona que trabaja o haya trabajado en Radio, pero nunca ha sido mi mundo.