Cuando algo ya ni te extraña ni te parece perverso

Es lamentable que este tipo de prácticas a quienes estamos en sectores de servicios culturales, ya sea poesía, arte, tango… nos resulte completamente habitual:

Si cambiamos influencers por ayuntamientos, varios museos, certámenes culturales varios, incluso restaurantes; y cambiamos los lugares a los que pedirlo por poetas, artistas, bailarines… nos resulte de lo más normal, incluso en ocasiones se nos pide participar con cuotas (para formar parte de un libro, para llevar a cabo una acción que toca autofinanciarse…).

Y nadie se escandaliza.

Por supuesto, incluso el mismo sector se hace esto a sí mismo, y unas personas que se dedican a gestionar eventos culturales te ofrecen participar (ya sabes que va a ser sin dinero de por medio) y lo hacen con toda la buena intención del mundo.

Es lo más habitual porque lo que haces lo haces porque te gusta. Esta es la excusa para justificar un menosprecio absoluto por el trabajo en ese sector. Así que no es de extrañar que ahora (época de coronavirus/COVID o lo que sea) este sector esté al borde del colapso. En realidad ya estaba al borde de un precipicio que no parecía querer ver, pero ahí estaba. Ahora estamos cayendo en picado y según y quiénes, tendremos o no la suerte de caer en el agua o sobre una roca.

Si compraste un paracaídas porque sabías que iba a pasar… te llaman previsor.

Hace tiempo que escribí varios textos al respecto de ¿De qué vive un artista? o ¿de qué vive un poeta?, así como realicé una encuesta a diversas personas del ámbito cultural (véase que la misma es de hace ya tiempo, 2012) al respecto de cómo debía financiarse una performance.

No sólo no ha cambiado nada, sino que ha empeorado en el mejor de los casos. Y sin embargo seguimos. Ganas dan de tirar la toalla y yo he de reconocer que me he cansado de hacer cosas gratis y sólo las hago si me apetece mucho por amor… no tanto al arte, que lo tengo siempre, como a quienes organizan el evento en cuestión o a las personas vinculadas al proyecto.

Sí: Es preciso el amor al arte, pero no es preciso el amor a su divulgación, a su compartición con una sociedad que no valora el trabajo que requiere. Así que se puede amar uno o una a sí mismo o misma y autorregalarse (o regalar a otras personas amadas) el fruto de ese amor al arte.

No todo el monte es orégano, ni té verde

Esté pequeño botecillo de 50 gramos de té negro Earl Grey me lo trajeron mis padres (padre y madre, sin menoscabo) de la misma patria de Excalibur, cuando estuvieron visitando a su nieto, alias mi sobrino, en Exeter. Dijeron que era un regalo del infante y yo les dije que muchas gracias (en cualquier caso).

Estoy alargando su vida desde hace más de un año (confinamiento mediante) para disfrutar cada tacita, porque es verdaderamente delicioso. He comprado otros tés Earl Gray, los he tomado en sitios, cuando lo tienen, y este es único.

El otro día realizamos una compra para casa de varios tés e infusiones de una tetería a la que solía ir en persona, pero que dada la situación actual (alguna vez leeré esto y puede que no sepa a qué me refería) ha cerrado y sólo atienden online (en realidad tampoco, porque su servicio digital es penoso). Acabé escribiéndome en whatsapp con la propietaria de la tienda de tés que me trajo en persona el pedido de más de 50€ en tés. Para aguantar otro confinamiento.

Compré, entre otros, un par de Earl Grey (un Lady Gray también, que es una especie de sucedáneo light del Earl), pero no tiene ni punto de comparación con esta marca Whittard que acabé buscando en internet para ver si podía volver a comprar exactamente el mismo… pero no lo encuentro en España y la compra y envío desde Inglaterra alcanza la friolera de más de 18€/100 gramos… o sea, 180€/kg… que vamos, que luego dicen que el solomillo es muy caro, pero el té…

Pero, a pesar del precio, no descarto acabar volviendo a adquirirlo porque hay pocos tés que me hayan impresionado tanto como este.

Amapolas en el cráter, episodio 028

Hoy me he despertado a las 06:00 y una de las cuestiones que tenía en la cabeza a esas extrañas horas era si no me había quedado corto con los dígitos para numerar los episodios de Amapolas en el Cráter, pero estuve haciendo unos mínimos cálculos mentales y me di cuenta de que a un episodio semanal (como es intención de mantener a partir de este curso 2020-2021) y unas 30 semanas/curso, quedarían dígitos para numerar hasta 30 cursos más. Y me he quedado algo más tranquilo con mis previsiones a la hora de numerar archivos, carpetas o, en este caso, episodios de un programa radiofónico.

En este episodio han participado leyendo poesía:

  • Isabel Jimenez
  • Tanja Ulbrich
  • Pepa Delgado
  • María Jesús Orella
  • Susana Olalla
  • Mónica Rubio
  • Fabiana Estévez Sotil
  • Ernesto Pentón
  • Giusseppe Domínguez
  • Armando Silles
  • María José Gómez Sánchez-Romate
  • Irene Chacón
  • Lucía Herrero
  • Yolanda Jiménez
  • Andrea Vidal
  • Javier Jiménez
  • Dunia Ben-Aissi Gómez
  • JMariano Velázquez
  • Ester Morales
  • Aitana Agostini

Avellanas

Avellanas llanas
avellaneda da
avejarruco co
menta la actualidad.

Y seguimos
en un silencio atroz
de autocensura
mordiéndonos los labios por no morder vecindarios
que eligen lo que eligen
y matan a quienes matan
impunemente
indumentario
imperial
insulto.

Y seguimos
perdiendo la palabra
por otra palabra
dejando que se cuelen los juegos
en la seriedad de la sala
obviando
que la vida son dos días
y tres llueve.

Recuerdos
de Euskadi
maitea.

Error de tres órdenes de magnitud

Ya ni es noticia que un periódico cometa un error como este, de tres órdenes de magnitud: de 10 elevado a 3, de mil sobre uno… da igual. Todo da igual con tal de hacerlo rápido. Rápido, rápido, furiosamente rápido… a mil millones de kilómetros por hora, a 2 metros por segundo, a cien billones de trillones de años luz… qué más da. Ya nada importa, un viernes por la noche, mientras EEUU decide su futuro y con ello el de la Tierra, así, en general, sin importar si alguien ha cometido un error como ese.

247.000 millones de dólares, frente a los modestos 383 millones de dólares de su contrincante, no parece diferencia baladí…

Da igual.
Y a mí…

Cierto desconcierto

abierto, ta/ acierto/ aliabierto, ta/ boquiabierto, ta/ cierto, ta/ concierto/ corniabierto, ta/ cubierto/ desacierto/ desconcierto/ descubierto, ta/ desierto, ta/ despierto, ta/ dispierto, ta/ encubierto, ta/ entreabierto/ incierto, ta/ macroconcierto/ maniabierto, ta/ patiabierto, ta/ perniabierto, ta/ piernabierto, ta/ reabierto, ta/ recubierto, ta/ redescubierto, ta/ semiabierto, ta

El otro día en un taller de poesía alguien usó la palabra «descubierto» y me quedé con ganas de pasarle las palabras en el DLE que terminasen en «bierto», pero eran realmente pocas, así que me decidí por una búsqueda de aquellas que terminan en «ierto» que son unas pocas más: 26.

Ahí están.

Sydney’ko Gure Txoko

A esta camiseta le tendré siempre un cariño especial. Cuando llegué a Australia, allá por principios de los 90, aquel fue el lugar más amable que encontré y donde recibí más cariñosa acogida. Amén de comidas inolvidables, caseras, sin temor a la contaminación de una cocinera malaya que se mezclaba con las más tradicionales recetas vascas.

Aún conservo amistades de aquel lugar tan maravilloso al final de Liverpool Street llamado Gure Txoko que en euskera significa «nuestro rincón».

Acogedor como un rincón, cobijo de viajeros que respeten la idiosincrasia identitaria vasca, allí conocí a un grupo de personas con las que pasé unas navidades algo desoladas, vistiendo una chaqueta amarilla que dejó nota, queriendo besar a una muchacha de quienes todos estábamos enamorados, acabando por hacerme amigo de mi querida Elena A. Fraser (Ishwar gyani), que en aquella época era la persona más «desbocada» que yo había conocido nunca y hoy es masajista ayurvédica en Valencia.

La he usado menos de lo que habría querido, al menos fuera de la intimidad, pues en Madrid ya recibí improperios en el metro en cuanto vieron la bandera de la izquierda (la de la derecha no la veía nadie). Pero aún así, han sido 5 lustros acompañándome la vida.

En el último periodo la he usado hasta la extenuación, entre otras cosas porque su tela me encantaba y la altura de su cuello, pero se ha ido desgastando y empieza a ser imposible seguir usándola sin parecer un desarrapado… incluso para casa, donde Carmen demanda cierta vestimenta de respeto a la pareja (y yo también).

Y por ello ha llegado el momento de cantar una canción triste y dejarla ir, pero me quedarán las fotos y el recuerdo de una camiseta que comprime y contiene el calor y la gentileza con la que siempre he sido tratado en Euskadi y en ese rincón en un rincón del mundo.

Esto no es una broma