Trad. Ada Trzeciakowska
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Nosotros no nos encontrábamos
no nos buscábamos en los huertos con una manzana
entre los murmullos de la seda en naves de las iglesias
Siempre estuvimos uno dentro del otro
en el cuerpo de dios de doble cara
en las pinturas medievales de los sótanos de los museos
y en las fotos de nuestros padres
inocentes como papel
Nosotros -maestros de cruzarnos-
solo permanecimos uno frente al otro
y en espejos de la piel nos reflejamos enteros
el mundo se alejó en silencio y con el dedo en los labios
los bosques echaron raíces en el suelo
las ciudades guiadas por el olfato encontraron lugares
donde los hombres las construían infinitamente
los ríos entraron en los mares como los trenes en las estaciones
los montes inasibles cuajaron en las cuevas
Si yo soy un monte
tú eres una cueva dentro de mí
lugar en el monte donde no hay monte
lugar dentro de mí donde no estoy
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Myśmy się nie odnajdywali
nic szukali w ogrodach od jednego jabłka
w szelestach jedwabiu po nawach kościołówMyśmy zawsze byli w sobie
w ciele boga z podwojoną twarzą
w średniowiecznych obrazach z podziemi muzeów
i na fotografiach gdzie nasi rodzice
niewinni jak papierMyśmy — mistrzowie mijania —
— tylko stanęli na przeciwko siebie
i w lusterkach naszych skór odbili się cali
świat odszedł po cichu i z palcem przy ustach
lasy wrosły w ziemię
miasta węchem odnalazły miejsca
gdzie je w nieskończoność budowali ludzie
rzeki wtoczyły się w morza jak pociągi w dworce
nieuchwytne góry okrzepły w jaskinieJeżeli ja jestem górą
to ty we mnie jaskinią
miejscem w górze gdzie nie ma góry
miejscem we mnie gdzie mnie nie ma
Ahora que está de moda hablar del Premio Nobel (además de eso llamado COVID), le quiero dedicar esta página a un poema de Olga Tokarczuk, que ganó el del 2018, compartiéndolo con Peter Handke, el 2019, pasando sin pena ni gloria por un desapego inaudito en esta edición tras los escándalos sexuales del año anterior y el despropósito del predecesor.
Nadie habló de Olga Tokarczuk.
Le debía este poema.