El adiós de Iñaki Gabilondo

He seguido durante años la trayectoria de quien considero el mejor comentarista político que ha tenido el periodismo patrio en las últimas décadas, hasta que las redes sociales y el griterío impuesto política y socialmente ha terminado por agotarle (supongo que los 78 años de vida no ayudan, ni una pandemia global…)

Me entristece que abandone, pero le comprendo tanto que el silencio me atenaza cada día más, hasta el punto de que sólo quiero escribir poemas que no tengan el más mínimo sentido o interpretación con la que generar otro altercado airado.

Llevo desde marzo (confinamiento mediante) dejando de lado la mayor parte de las conversaciones que lo único que buscan es convencerme de algo. Sea lo que sea. Me cansa. Recuerdo el texto de «Lo Neutro» de Roland Barthes y no puedo sino subscribir cada una de sus palabras, escritas casi antes de que yo naciese.

También recuerdo la tristeza que sentí (y el enfado, pero antes me enfadaba) cuando cerró CNN para pasar a ser Gran Hermano 24h.

Ahora ya casi ni siento enfado (diría que no me merece la pena) y sí algo de tristeza, pero cada día también menos, quizá porque estoy tan pesimista que me parece el lógico o natural devenir de los acontecimientos.

Echaré de menos a Iñaki Gabilondo de quien tengo más de 10 artículos comentados en este humilde diario tras haber sido seguidor suyo desde hace tanto tiempo, desde hace tanto que no se llamaba seguidor a quien leía o veía los vídeos de otra persona a quien, por supuesto, nunca se llamó influencer.

Fondo blanco en PNG

Para eliminar la transparencia (canal alpha), existe este valioso comando linux que he utilizado más de una vez para luego poder subir las fotos a mi galería que maneja Piwigo:

mogrify -background white -alpha remove -alpha off *.png

Puede combinarse, por supuesto, con un find bien manejado, como el comando que usé para modificar los tamaños de múltiples archivos simultáneamente.

qrqrqrqr

Libro de códigos QR y poemas escritos y enviados desde una dirección URL generada para la ocasión por 33 diferentes poetas.

En las ocasiones donde el o la poeta no hicieron llegar sus textos, se ha optado por dejar la referencia a la página web en cuestión por si alguien quiere tomar el relevo y enviar algún poema en su nombre de cara al futuro.

Como todo proyecto de arte postal, es una botella lanzada al océano que, en más ocasiones de las esperadas, regresa con provisiones para aguantar la vida.

Giusseppe Domínguez les propuso a 33 personas participar en este libro enviándoles por correo postal un código QR impreso sobre hojas de una edición de Las Flores del Mal, de Baudelaire, que redireccionaba a una página que contenía un formulario personalizado así como un código QR con el nombre de la persona invitada a formar parte del proyecto.

El libro contiene los QR personalizados para cada poeta, así como los poemas de aquellas personas que cumplimentaron sus formularios poéticos con un poema.

Gravita la hora

Brota como tus labios
inaudita con la culpa,
tus labios sin hora
voluntariosos y oscuros
más allá rasgan al sol tus manos absurdas.

La hora gravita bajo la voluntad
y brota un raudo canal azul
para adoptar un lujoso mutis
y huir al infinito.
Contigo.
Sin mí,
más contigo
contiguo
tú y yo
y un labio con cartón.

(Lipograma basado en un verso de Rainer María Rilke del poema Fin de otoño en Venecia)

Reflexiones sobre un haiku

La otra noche escribí en una libreta que tengo junto a la cama el siguiente haiku porque sabía que olvidaría lo cuidado de su composición, querría recordar cada una de las palabras, porque todas cuentan, y no podría.

En esta noche
ladra (el) silencio roto
a contragolpes.

En esta noche no es un lugar, como viene siendo habitual exigencia de los haikus más canónicos, un lugar que haga referencia a la estación en la que estamos… y podría haber usado algo como «bajo la nieve», que con sus 5 sílabas bien medidas también sería un bonito contraste ante ese ladrido inesperado en la noche.

O quizá usar un «en nuestra cama», pero ese silencio roto parecería tener que ver con nuestra relación, así que no acertaría el sentido, de una cama que en realidad (esa noche) hacía referencia a una de las pasadas en Daimiel temiendo un desenlace fatal de la madre de Carmen.

«ladra» bien podría haberse sustituido por un «grita» o «gime», pero esa explícita referencia al grito y el silencio sería vaciada de la referencia bestial, esos perros que me horrorizaban en mi infancia mientras pasaba por delante de casas caninamente defendidas.

Ese ladrido que remite a versos del poema Todesfuge de Paul Celan, ladridos que rompían el silencio, ladridos de quien es ladrador y poco mordedor, ladridos de maltratador y ahí esa nueva referencia a los contragolpes, a esos golpes que se vuelven a dar a la contra, a la contra del silencio.

El silencio roto es un clásico, un lugar común, casi, que podría haber sido un silencio rojo o silencio sordo… que son otros lugares comunes que no aportaban la dureza de la rotura.

Pero el artículo «el» que he decidido meter entre paréntesis, es lo que más he dudado en mantener tal cual está, pues no aporta nada (tampoco silábicamente) sobre un, quizá más contundente y sintético, «ladra silencio roto», pero al mismo tiempo separa el verbo «ladrar» del objeto ladrado: «silencio roto».

Sigo dudando mantener «En esta noche» pues podría haberse escrito como «Aquesta noche», para reducir el número de palabras, pero usando una que no me convence por su artificiosa presencia trasnochada (hablando de noches).

Finalmente, seguro que hay otras formas de escribir lo mismo, pero quería dejar constancia de la reflexión que puede asociarse a una estructura prosódica tan breve como el haiku y eso sin profundizar en otras cuestiones como la inexistencia del «kigo«, un «kireji» poco definido, unas imágenes demasiado metafóricas y poco concretas, aunque he de reconocer que no suelo exigirle todo esto a ninguno de los haikus que he compuesto alguna vez.

Soñé en ensamblador

Nunca he programado en ensamblador
y eso que se decía
en una época que ya ni recuerdo
que había que entender ensamblador
para comprender cómo una máquina
comprendía a los humanos.

Ni siquiera sé
y eso que podría buscarlo en internet
si se trata de un lenguaje compilado
o interpretado.

Cuando acabe este poema
leeré sobre ello e incluso
realizaré algún programa
que salude al mundo
desde mi máquina
con la que tanto me entiendo
con la que tanto me enciendo.

Pero hace unas semanas
soñé que tenía que preparar para Carmen
una coreografía de Tango
en ensamblador.

En el suelo
no sé cómo iba a hacerla.
En el sueño
no sé cómo iba a programarla.

Soñé que no la iba a tener a tiempo
e iba a decepcionar a Carmen
que estaba esperando
ese código ensamblador
no recuerdo para qué.

Nunca he programado en ensamblador
y eso puedo resolverlo
hoy mismo.

La decepción
sin embargo…

Esto no es una broma