Desde hace ya un año (o más)

El 13 de marzo de 2020 hice esta fotografía a petición de una amiga escritora que me pedía que le enviase un registro de algo que hubiese modificado a raíz del confinamiento duro al que estábamos abocados dada la pandemia debida a la COVID-19 (es femenino (el virus/la enfermedad…)).

Se agotó el papel higiénico en todas las tiendas, se escribió largo y tendido sobre ello, se publicaron análisis socio-económicos sobre la simbología del papel higiénico, sobre la sensación de protección, etc, etc, etc.

Nosotros teníamos bastantes rollos, pero a partir de esa fecha cambiamos algunos hábitos y algunos de los usos que hacíamos del papel higiénico los derivamos a papel de cocina, del que también teníamos varios rollos, para prolongar la vida de nuestras reservas higiénicas.

De momento, no hemos vuelto a los antiguos usos del papel higiénico, porque el uso más racional del papel de cocina facilita algunas cosas, así como reducimos el consumo del higiénico.

Nunca estoy plenamente convencido de que nuestras decisiones sean más ecológicamente recomendables que las opuestas, pero esta parece tener sentido en ese sentido, valga la redundancia.

Esto no es una broma