Ya había errores en el pasado
de este diario verborreico
cuyo único propósito es gritar
en el silencio de una pantalla.
Grito blanco sobre negro.
Aullido sin intensidad.
Ya había errores y eran menos temibles
o yo tenía menos miedo
que resulta mucho más verosímil.
No sé cuáles eran los errores
y no sé cuáles son ahora:
el error soy yo.
No son números de cuenta en una declaración de la renta.
No son unas elecciones convocadas sin vergüenza.
No son pensar que todos los políticos son iguales.
No son organizar clases presenciales para público inasistente.
No son agujeros de gusano en la morera.
No son errores: es la vida.
Quizá por ello…