Te escribo, aunque ya sé que ninguna mujer
debe escribir;
lo hago, para que lejos en mi alma puedas leer
cómo al partir.No he de trazar un signo que en ti mejor grabado
no exista ya.
De quien se ama, el vocablo cien veces pronunciado
nuevo será.La dicha sea contigo; yo sólo he de esperar,
y aunque distante,
yo me siento ir a ti para ver y escuchar
tu paso errante.¡Jamás la golondrina al cruzar el sendero
pueda apartarte!
Será mi fiel cariño que pasará ligero
para rozarte…Tú te vas, como todo se va… Su éxodo emprenden
la luz, la flor;
el estío te sigue; las tormentas sorprenden
mi triste amor.De esperanza y zozobra suspira mientras tanto
el que no ve…
Repartámoslo bien: a mí me queda el llanto,
a ti la fe.Yo no quiero que sufras, que está muy arraigado
mi amor por ti.
Quien desea dolores para el ser adorado
guarda odio a sí.
Nota: Traducción de Mauricio Bacarisse (1921)
Hoy acabo de encontrarme con esta poeta en el ensayo, que en su día (es decir, hace tiempo) leí titulado «Los Poetas Malditos» de Paul Verlaine. No recordaba que en el mismo hubiese una mujer. Por supuesto, no tengo ningún libro de esta mujer, de quien apenas hay ediciones. Este poema no me gusta mucho, pero tampoco me encantan los poemas de Verlaine quien aparece bajo el pseudónimo de «Pobre Lelian».
En los poetas malditos no estaban (como yo creía erróneamente recordar) ni Baudelaire, ni Lautreamont.
Algo avergonzado de mi desmemoria… (¿será parte del sesgo que más temo?)