En casa estamos (principalmente yo) con los auriculares puestos casi en todo momento, ya sea viendo algún programa de alguna plataforma de streaming, o viendo algún vídeo-tutorial de alguna herramienta tecnológica por conocer, o de divulgación científica o de historia, o incluso recetas de cocina.
Es una forma de no molestar en la convivencia a la pareja, pero extensivo a no incordiar al vecindario con alguna película de más o menos acción y ruidos extremos (que hace mucho que no veo).
Así que adquirí hace casi 2 años un soporte para colocar debajo de las mesas o debajo de alguna estantería y lo uso para sujetar ordenadamente los auriculares que están en el área del estudio de casa, donde tenemos Carmen y yo los ordenadores con los que hemos estado trabajando online este periodo confinado reciente.
Pero en el salón, al lado del sofá, quería tener un soporte semejante, pero hacérmelo yo, pues no es mucho más que un par de tablitas de contrachapado o madera fina, como es el caso, pintados con spray negro, unidos por un taco de madera de un par de centímetros. Todo ello encolado y con cinta de doble cara adherida a la estantería bajo la que se asienta.
Fue muy sencillito hacerlo y da cierto placer poder hacerse cosas como si fuese capaz de organizar mi propio autoconsumo.
Es de una ingenuidad desmedida creer que es así, pues hube de adquirir la cinta de doble cara, la cola blanca, el spray negro… y los auriculares. 😉
Otra de esas cositas de mi postureo ecologista.