Tenemos por casa un viejo (muy viejo, de más de 12 años) miniportátil Toshiba NB100 que tenemos puesto a la venta en Wallapop, pero por el que nadie da nada de nada…
No obstante, con un linux ligero instalado (Lubuntu 18.04, con soporte (LTS) hasta 2023) funciona para un montón de cosas básicas, como navegar por internet o ver alguna película usando VLC Player, etc, etc… Carmen, de hecho, lo ha estado usando hasta justo antes de una pandemia para musicalizar en algunas de sus prácticas de Tango menores, que no requerían mucho ajetreo de programas sofisticados para una TangoDJ como ella.
Hoy he visto un vídeo de un chico que recuperaba (mejoraba, en realidad) con una memoria de 2Gb un equipo parecido, añadiendo además un disco SSD y me ha dado por recordar que teníamos ese tipo de memorias extirpadas de un portátil HP Pavilion que me salió bastante mal y acabé descuartizando y despiezando. Así que lo he abierto precipitadamente (quería irme o venirme al estudio a trabajar en otro tipo de cosas editoriales) y le he sustituido la memoria de 1Gb que trae por una d 2Gb (ambas DDR2) pero tras hacerlo el portátil no arrancaba. Lo dejé inconcluso, aunque cerrado, para ver si exploro otras posibilidades este fin de semana, pero siempre pensando que es una tarea absurda esta vocación anticonsumista en un mundo que ignora que la obsolescencia programada no está injerta en los dispositivos sino en nuestros hábitos.