existencia demencia

Tras esta expresión: hasta agotar existencias (que es una expresión que parece algo tenebrosa en estos días)

He recibido la respuesta de que estamos agotando la existencia, que hay que poner resistencia para vencer tanta demencia…

Insistencia en existencia… y he decidido pasar a la acción:

Lista de palabras terminadas en «istencia» en el diccionario de la RAE que procesé en modo texto hace tiempo:

asistencia coexistencia consistencia desasistencia desistencia existencia fotorresistencia inasistencia inconsistencia inexistencia inexistencia insistencia insubsistencia magnetorresistencia persistencia preexistencia resistencia subsistencia

Por si fuera poco, en respuesta a demencia, lista de palabras terminadas en «encia»:

absencia absorbencia abstinencia abulencia acrecencia acreencia adherencia adolescencia advertencia adyacencia aferencia afluencia agencia altilocuencia amarulencia ambivalencia amencia andolencia andulencia antecedencia antiviolencia anuencia apariencia apendencia apetencia aquiescencia arborescencia ascendencia asistencia astringencia atendencia atinencia atingencia atrevencia audiencia audioconferencia audiofrecuencia ausencia autocomplacencia autoconsciencia autosuficiencia avenencia balbucencia bandidencia beneficencia benemerencia benevolencia bienquerencia bioluminiscencia birrefringencia bolencia boludencia cadencia candencia captenencia carencia ciencia circunferencia clarividencia clemencia coalescencia codelincuencia coeficiencia coexistencia coherencia coincidencia comparecencia competencia competencia complacencia concernencia conciencia concrescencia concupiscencia concurrencia condescendencia condolencia conducencia conferencia confidencia confluencia confulgencia connivencia conocencia conoscencia consciencia consecuencia consistencia contenencia continencia contingencia contrainsurgencia contrainteligencia contratransferencia contundencia convalecencia convenencia conveniencia convergencia convivencia corpulencia correferencia corregencia correncia correspondencia crecencia credencia creencia decadencia decencia decendencia deferencia deficiencia dehiscencia delicuescencia delincuencia delitescencia demencia dependencia desasistencia desavenencia descendencia desconveniencia descrecencia descreencia desinencia desinteligencia desipiencia desistencia desobediencia detenencia detinencia detumescencia diferencia difidencia difluencia diligencia dirigencia disconveniencia disidencia disolvencia displicencia divergencia docencia dolencia drogodependencia eferencia efervescencia eficiencia eflorescencia elocuencia emergencia eminencia -encia endolencia equidiferencia equipolencia equivalencia erubescencia esciencia escogencia esencia esquinencia estridencia evanescencia evidencia excandecencia excedencia excelencia excrecencia excrescencia exigencia existencia experiencia falencia farmacodependencia fervencia flaquencia flatulencia Florencia florescencia fluencia fluorescencia fosforescencia fotoluminiscencia fotorresistencia fraudulencia frecuencia gerencia grandilocuencia hemencia herencia hervencia honorificencia idempotencia impaciencia impenitencia impertinencia imponencia impotencia improcedencia improvidencia imprudencia impudencia inadvertencia inapetencia inasistencia incandescencia incidencia inclemencia incoherencia incomparecencia incompetencia inconfidencia inconsciencia inconsecuencia inconsistencia incontinencia inconveniencia incumbencia indecencia independencia indiferencia indigencia indiligencia indolencia indulgencia ineficiencia inexistencia inexistencia inexperiencia inferencia infidencia inflorescencia influencia infrecuencia infrutescencia inherencia injerencia inmanencia inminencia inmunodeficiencia innocencia inobediencia inocencia insenescencia insipiencia insistencia insolencia insolvencia insubsistencia insuficiencia insurgencia inteligencia inteligencia intendencia intercadencia interdependencia interferencia intermitencia intranscendencia intransigencia intrascendencia intumescencia invidencia invidencia iridiscencia irreverencia jalencia juquencia jurisprudencia lactescencia latencia licencia litispendencia lugartenencia luminiscencia magnetorresistencia magnificencia majencia maledicencia maleficencia malevolencia malquerencia maluquencia manificencia mantenencia manutenencia menudencia multiconferencia munificencia nacencia nascencia negligencia nesciencia neurociencia obediencia obsecuencia obsolescencia ocurrencia omnipotencia omnipresencia omnisciencia opalescencia opulencia paciencia parecencia parvificencia patencia pendencia penitencia permanencia persistencia pertenencia pertinencia pervivencia pestilencia pipencia plenipotencia plurivalencia polivalencia ponencia potencia precedencia preeminencia preexistencia preferencia premoriencia prepotencia presciencia prescindencia presencia presidencia pretendencia prevalencia previdencia procedencia prominencia proveniencia providencia prudencia pubescencia pungencia purulencia putrescencia querencia quiescencia quintaesencia radiofrecuencia radioluminiscencia recrudescencia recurrencia referencia refringencia refulgencia regencia reincidencia reminiscencia renitencia renitencia renuencia repelencia repitencia residencia resiliencia resistencia respondencia retenencia reticencia reviviscencia sabencia sanguinolencia sapiencia secuencia semicadencia semicircunferencia semiinconsciencia senescencia sentencia similicadencia sobreintendencia sobrevivencia solvencia somnolencia soñolencia subconciencia subconsciencia subintendencia subsidencia subsistencia subtenencia suculencia suficiencia sugerencia supereminencia superfluencia superintendencia superpotencia superveniencia supervivencia suplencia surgencia tangencia teleconferencia televidencia tendencia tenencia transcendencia transferencia transigencia transparencia trascendencia trasferencia trasparencia triboluminiscencia truculencia tumescencia turbulencia turgencia ucencia urgencia usencia valencia vanilocuencia vehemencia venencia vicegerencia vicepresidencia videncia videoconferencia videofrecuencia vigencia vinolencia violencia viripotencia virulencia vivencia vuecelencia vuecencia

No dejo que los algoritmos simplifiquen mi vida

No tiene la menor importancia (como casi todo lo que me afecta), pero hace unos días tuve una conversación con un sobrino de Carmen sobre por qué no dejo que los algoritmos simplifiquen mi vida.

Es cierto que no estoy libre de ellos, y si creo lo contrario mi ingenuidad no tendría límites, pero me gusta mantener ciertos hábitos que considero saludables de esfuerzo en la búsqueda, pues resulta interesante interesarse y no dejar que me resuelvan la vida.

Quizá las listas sugeridas de Spotify sean mucho más de mi agrado que buscar por mi cuenta los artistas que me interesan y seleccionar «manualmente» el «vinilo» que quiero que suene, en lugar de «abrir mi mente» a las sorpresas que el algoritmo pueda tener preparadas para mí, para mis gustos que conoce con absoluta precisión, mucho mejor de lo que yo pueda llegar a conocer.

Quizá gracias al algoritmo descubra otra manera de escuchar música, otras músicas, pero con una nueva metodología de hallazgo.

Y es que este es el quiz de la questión, que no quiero hallar, sino buscar, quiero equivocarme, quiero cometer errores, quiero ser humano (pero no transhumano) y es que, quizá, me estoy quedando obsoleto.

El capitalismo es fotogénico

Quizá por ello desconfío de la fotografía, de la belleza visual, como artificio superficial que esconde un holocausto en su raíz.

Se yerguen las torres sobre la especulación inmobiliaria más salvaje que ha vivido esta ciudad.

Desafían viento y marea y hacen sentir que quienes adquieren propiedades allende las nubes han ascendido a un cielo inexpugnable.

Los dioses indestronables del Olimpo se ríen de nosotros y de nosotras. También las diosas ríen.

En la niebla se funden paralelas en una fuga ruidosa de silencio asesino.

Insignificancia

en medio de una pandemia global
en medio de una polarización masiva
en medio de la tercera guerra mundial
en medio de la lucha feminista necesaria

me duele el dedo gordo del pie derecho
y siento vergüenza
de la insignificancia de mi insignificancia
ganas de reclamar segundos de atención
el foco mediático
y hablar de mí
de mí
de mi pie
de mi dedo gordo
de lo gordo que me siento
de lo solo que me siento
de lo tonto que me siento
siendo insignificante
y no queriendo
asumirlo.

Generosidad holográfica

Mi muy apreciado Pepe Buitrago tiene siempre el detalle de enviar holografrías postales a un puñado de personas seleccionadas. Me hace ilusión ser una de las selectas.

Hoy he recibido su poema visual holográfico titulado La escala del tiempo, que ha sido hecho en 2 idiomas con 2 colores diferentes que se ponen de manifiesto cuando el ángulo de inclinación con el que la luz incide cambia.

Un gran regalo que te llega al correo postal y te hace sentir especial. Siempre de agradecer para quienes, de cuando en cuando, lo olvidamos.

Re-presentación

Esto que veis no es una foto, es una pintura en acrílico y óleo sobre lienzo titulada «Cabello mojado» por Johannes Wessmark en 2019.
Una pasada.

Que sí, que está muy bien pintada, pero sentiría tener que contrariar a quien ha publicado esta afirmación en una red social.

Esto que veis sí es una foto (ya sea escaneo o fotografía del original), y no es una pintura en acrílico ni óleo.

¿Sabremos distinguir entre presentación y representación?

¡De hecho, sólo le faltó afirmar que esto que vemos es una piscina!

Intentando recuperar un miniportatil olvidado

Tenemos por casa un viejo (muy viejo, de más de 12 años) miniportátil Toshiba NB100 que tenemos puesto a la venta en Wallapop, pero por el que nadie da nada de nada…

No obstante, con un linux ligero instalado (Lubuntu 18.04, con soporte (LTS) hasta 2023) funciona para un montón de cosas básicas, como navegar por internet o ver alguna película usando VLC Player, etc, etc… Carmen, de hecho, lo ha estado usando hasta justo antes de una pandemia para musicalizar en algunas de sus prácticas de Tango menores, que no requerían mucho ajetreo de programas sofisticados para una TangoDJ como ella.

Hoy he visto un vídeo de un chico que recuperaba (mejoraba, en realidad) con una memoria de 2Gb un equipo parecido, añadiendo además un disco SSD y me ha dado por recordar que teníamos ese tipo de memorias extirpadas de un portátil HP Pavilion que me salió bastante mal y acabé descuartizando y despiezando. Así que lo he abierto precipitadamente (quería irme o venirme al estudio a trabajar en otro tipo de cosas editoriales) y le he sustituido la memoria de 1Gb que trae por una d 2Gb (ambas DDR2) pero tras hacerlo el portátil no arrancaba. Lo dejé inconcluso, aunque cerrado, para ver si exploro otras posibilidades este fin de semana, pero siempre pensando que es una tarea absurda esta vocación anticonsumista en un mundo que ignora que la obsolescencia programada no está injerta en los dispositivos sino en nuestros hábitos.

Cambio de paradigma

paradigma
Del lat. tardío paradigma, y este del gr. παράδειγμα parádeigma.

1. m. Ejemplo o ejemplar.

2. m. Teoría o conjunto de teorías cuyo núcleo central se acepta sin cuestionar y que suministra la base y modelo para resolver problemas y avanzar en el conocimiento. El paradigma newtoniano.

3. m. Ling. Relación de elementos que comparten un mismo contexto fonológico, morfológico o sintáctico en función de sus propiedades lingüísticas.

4. m. Ling. Esquema formal en el que se organizan las palabras que admiten modificaciones flexivas o derivativas.

Cuando uno deja un trabajo de, pongamos, consultor tecnológico o administrador de sistemas para dedicarse a escribir poesía o impartir talleres de escritura creativa no está cambiando de trabajo, sino de paradigma.

A veces se me olvida e intento pensar u organizarme como si estuviese en un nuevo empleo del antiguo paradigma y, claro, «la cosa» no funciona. No me salen las cuentas, no me cuadran los tiempos consumidos.

El otro día, un amigo, muy bienintencionado, me habló de las oportunidades que brinda la nueva economía de escala a la que se puede acceder, pongamos, a base de menudeo, paquetizando contenidos en charlas TED o similares a las que podría dar salida en un mercado ávido de pequeñeces fácilmente accesibles.

Es cierto que, quizá, con una determinada cantidad de esfuerzo podría lograr monetizar conocimiento que, actualmente, ofrezco en los talleres con unas posibilidades de crecimiento muy limitadas por el aforo presencial, amén del tiempo simultáneo de asistencia.

Estaba de acuerdo con él en esas posibilidades, pero no en que me interesase. ¿Por qué no me interesa? ¿Es que no quiero ganar dinero?

No es el caso. Sí que quiero ganar dinero, pero no es una prioridad. Si lo fuese, habría hecho muy mal abandonando un trabajo estable con una nómina creciente y más o menos garantizada.

Abro o exploro nuevas formas de ganar dinero, como las clases particulares de matemáticas, física y química a adolescentes más o menos interesados y a quienes me gusta hacer pensar de otras maneras sus odiadas disciplinas, amén de resultar una manera bastante estable de garantizar un suplemento económico que sustente mi vida capitalista, muy a pesar de reducir el consumo a veces más allá de límites razonables.

Especial mención merece la voluntad de crecer como editor o como artista (incluso como artista editor), que está llevándome una enorme cantidad de recursos de tiempo, dinero y dedicación, pero que me entusiasma o me llena de maneras que no sé explicar.

Todas son actividades que me encanta hacer y que requieran o no esfuerzo, me apetece llevarlas a cabo. Sigo planteándome la vida como si me quedasen 3 meses de vida. ¿Me estaría arrepintiendo de algo que estuviese haciendo?

Pero ¿no sería la propuesta de este amigo una nueva forma de ganar dinero haciendo algo que me gusta?

Pues no creo que tampoco sea el caso.

Gran parte de lo que me gusta de los talleres de poesía y escritura creativa que defiendo es la presencialidad (incluso online), la no trivialidad, el compromiso de quien se apunta a ellos, que se demuestra con años de asistencia. No, no quiero ponerlo fácil y consumible. No es en absoluto mi objetivo ni forma parte del paradigma que decidí aceptar, incluso aunque sea estar viviendo a la contra el resto de mi vida.

Por otro lado, tengo la impresión de que no se comprende (desde la óptica del «otro» paradigma) lo que suponen determinados trabajos, lo que implican o requieren, ya sea logísticamente, como sería el caso de convertirme en un talentoso youtuber, o ya sea en tiempo de dedicación a aprender herramientas cuyo interés cae muy fuera de lo que quiero aprender, como puede ser el posicionamiento SEO, el marketing digital, la captación de audiencia/seguidores…

Ni tampoco se comprende (desde esa ajena óptica) lo que supone en términos de tiempo requeridos por mi actual trabajo (he dedicado mi vida), y no solo por horas dedicadas sino, sobre todo, por atención o foco exigido.

Cuando trabajaba de consultor a media jornada, un compañero me dijo una vez que yo no quería dedicarme a eso, pues ser consultor tecnológico, para él, era una actividad que requería una total dedicación, una vocación… y yo no la tenía. Y era verdad. Así que acabé por darle la razón y buscar una salida lo antes posible.

Negocio permanentemente con el paradigma, digamos, mayoritario, con un sistema en el que habito y al que disto de culpar de mis males. Me exige ciertas renuncias a una ortodoxia que tampoco veo como algo tan terrible, pues dulcifica mi carácter de tendencias radicales. Así, por ejemplo, acepto que vengan personas a los talleres de escritura sin acabar de comprometerse como me gustaría que lo hiciesen, pero mi objetivo es persuadirles, disuadirles hasta lograr sus ansias de compromiso, hasta, ¿por qué no?, sacarles de sus propios paradigmas para que vislumbren otros posibles esquemas. Cuando lo consigo, me siento tan inenarrablemente afortunado que todo lo demás parece haber merecido la pena.

Y sigo en la brecha.

Pero… ¿hasta cuándo?

Esto no es una broma