Intento vender de segunda mano (aunque sin usar que yo recuerde) un euroconector de 3 metros de longitud, que guardaba como oro en paño, por si algún día (que nunca ha llegado) lo necesitaba.
Me hace gracia pensar cómo puede llamarse euroconector, como si fuese algo que sirviese para conectar Europa, esta misma que acaba de debatirse entre fraccionarse definitivamente o seguir fraccionándose poco a poco, como hasta ahora.
En otro tiempo se hubiera llamado conector atómico, quizá. Puede que este nombre plausible vuelva a estar de moda como algo «deseable». ¡Qué triste!