El árbol solitario crece más fuerte

(El título procede de un verso de un cuaderno de María José Gómez Sánchez-Romate)

No sé si tengo raíces.
Siento ser un árbol solitario.
Siento decrecer muy fuerte
unas ramas caducas.
No sé si estoy bien regado.

Soy un árbol cansado
de no ver nunca el mar
cansado
de no ver nunca el sol
cansado
de no ver nunca el fin.

Siento húmedas yemas
cayendo de mis manos.
Siento lágrimas
esterilizando mi alcorque.

Soy un árbol urbano
atrapado en mi ruido
atrapado en mi miedo
atrapado en mi vuelo
atrapado en mi cielo.

Siento huidizas muecas
en mi piel dibujadas.
Siento heridas abiertas
con el paso del tiempo.

Soy un árbol anciano
desde el día en que nací.
Soy un árbol anclado
al olvido de ser árbol.

Soy abeto,
soy fresno,
soy ciruelo,
soy pino.

Soy melindroso sauce,
soy lloroso y soy triste.

Soy un árbol que gime
en la soledad del bosque
una plañidera ridícula
a la orilla del camino
por el que están talando
la poca vida viva
que habita en la araucania
que habita en la miseria
que habita en la esperanza

la última esperanza.

Soy un árbol solitario
(insolidario)
que no crezco más fuerte
por más que lo repita.

Esto no es una broma