Con el paso de los años le he ido perdiendo el respeto a Neruda, quizá por revisionismo, quizá por cambio de gustos… no lo sé, pero el caso es que para un certamen de poesía algo disparatado he decidido hacer esta pequeña intervención sobre esta portada de un viejo librito de Pablo Neruda.
Mes: noviembre 2022
El frío no existe
Me envía un amigo un enlace sobre el lugar más frío creado por el ser humano que, por supuesto, no es Alemania ;-), y me dispongo a darle mi particular respuesta:
El frío no existe: conviene recordar esto ahora que se acerca el invierno. Sólo hay movimiento de partículas, que son la esencia de lo que entendemos como calor. Todo vibra, todo corre, todo gira, todo baila, todo abraza… sí, la materia del universo está permanentemente escribiendo poesía y danzando. Conviene no olvidarlo.
Rombo
No sé si este rombo que habito
es un cuadrado en perspectiva.
Errores sin importancia
A facebook ya le da igual que haya errores de bulto en su aplicación web. Está preocupado u ocupado con su meta en la meta… y no cuidan estas cosas.
A nadie parece importarle un pimiento.
Son erores sin impotancia, como quien dice.
Es un verdadero asquito. Pero ¿qué más da?
¡Gloria a la Inmatriculada Concepción!
Negro sobre negro
Quiero escribir
en negro sobre negro
para no dejar huella
para dejar huella muda
para no dejar tinta
para dejar tinta ciega
para no dejar restos
para dejar resto muerto.
Quiero escribir
en blanco sobre blanco
para dejar huella muda
para no dejar huella
para dejar tinta ciega
para no dejar tinta
para dejar resto muerto
para no dejar restos.
Setas Shiitake en salsa de soja
El otro día, más por improvisación que planificación, nos encontramos con que nos habían vendido 400 gramos de setas shiitake (aunque no estoy plenamente convencido de que lo fuesen) en lugar de setas de cardo (domésticas) que son las que suelo utilizar para cocinarlas a la plancha.
Y no sabía muy bien qué hacer con ellas, así que encontré algunas recetas que recomendaban hacer un proceso de marinado con salsa de soja y me lancé a ello.
Ingredientes para 2 personas:
- 10 ml de aceite de oliva virgen extra (siempre en la comida oriental recomiendan aceites menos aromáticos que no enmascaren el sabor de las salsas, pero no tenemos aceite de girasol, ni de soja)
- 2 cucharadas de salsa de soja (la tenía con sal, así que no hay que agregar sal al sofrito)
- 40 ml de agua o caldo de verduras
- una rama de cilantro fresco
- 400 gramos de setas shiitake
- Una cebolla o un par de cebolletas
- Un diente de ajo
- Un pimiento amarillo
Preparación
En un bol verter las cucharadas de salsa de soja, el agua o el caldo de verduras (poco) y el cilantro picado, pero no demasiado.
Lavar y cortar las setas en 4 trozos.
Revolverlas con la mezcla en el bol y dejarlas reposando media hora fuera del frigorífico. Remover de cuando en cuando para que se impregnen bien con la salsita que absorberán como corresponde a un material tan esponjoso como son las setas.
Cortar en juliana la cebolla o las cebolletas y el pimiento y laminar el ajo.
En una sartén profunda o un wok sofreír el ajo, la cebolla y el pimiento.
Cuando esté trasparentándose la cebolla, añadir las setas escurridas que habrán estado marinándose en la salsa de soja y dejar que vayan soltando el jugo que habían absorbido. Si se quiere, añadir la salsa restante (si quedó algo remanente en el bol) pero para ello habría sido conveniente añadir una cucharadita de harina al sofrito un minuto antes de añadir las setas.
Acompañamiento
Curiosamente, el día anterior habíamos cocinado un delicioso arroz basmati vaporizado al curry que combinaba perfectamente con el plato de setas, pero un arroz blanco que pudiese impregnarse de salsa de soja en exceso también habría sido proverbial y sencillo.
Completándolas
Si se desea, esta misma receta se puede completar para que sea un poco más contundente con media pechuga de pollo que, cortada en trozos, se habría tenido marinando con las setas aunque convendría haberla sellado mínimamente con la plancha antes de preparar el sofrito. También funcionaría muy muy bien con frutos secos, como podría ser un puñado de almendras tostadas o frescas.
No tengo cuenta de twitter
Facebook está de capa caída.
Instagram es el auge del postureo.
Whatsapp es un correo electrónico privado.
Twitter dicen que es la red del enfado.
Tic-Toc genera adicción.
Youtube tiene mucha publicidad.
Google no tiene plus.
El enfado no me va a pillar por banda
para aumentar el descontento.
No quiero publicar vídeos
de menos de 9 minutos
porque no soy muy guapo.
Me cuesta usar Instagram
sin boicotearlo.
Hoy pensaba
que cualquier día
dejaré de usar Facebook
en el ordenador
ya que no lo uso en el móvil
y me olvidaré de esas absurdas
advertencias sobre posibles estafas
por suplantación de cuentas.
Si alguien
alguna vez
suplanta mi cuenta de twitter
seguramente no me enteraré
porque no tengo tal cosa.
La de linkedin la di de baja
por ausencia de propósito.
Esta internet 2.0
es una calamidad.
Pavos Reales
Basándonos en un verso de Elva Macías, escritora mexicana de poesía contemporánea, nos dejamos llevar por el sugerente título de Pavos Reales y escribimos esta pequeña publicación.
Escrito por Andrea Vidal Escabí, Armando Silles Mclaney,
Isabel Jiménez, JMariano Velázquez, María José Gómez Sánchez-Romate, Yolanda Jiménez, en octubre de 2021 y editado y publicado por Giusseppe Domínguez para la Asociación Cultural Clave 53 en octubre de 2022.
También disponible en nuestra vitrina de Issuu.com.
Vergüenza
Fun Games. Publicidad. A Stunning Fantasy Role-Playing Game. It Is So Beautiful It’s Worth Installing Just To See.
De un tiempo a esta parte me aparece recurrentemente en la publicidad de una red social esta «fotografía» de una mujer muy bella (absurdamente carente de ropa apropiada para luchar en los juegos que invita a participar) que me hace sospechar que es una fabricación pseudo-tridimensional a modo de personaje de vídeo-juego creado artificialmente.
Más allá de lo vergonzoso que pueda ser utilizar ese gancho (sexo obvio) para que se pinche en el subsiguiente enlace independientemente de lo que «se venda», reconozco que la vergüenza es más debida a mi propio comportamiento pues soy consciente de que me detengo mucho más de lo razonable en la imagen. No sé evitarlo. No pincho el enlace, por supuesto, pero no puedo levantar los ojos de su mirada (sí, de su mirada). Me quedo algo extasiado durante, pongamos, 10 segundos, y luego sigo navegando por la infinita muralla de tonterías que abundan en la red social en cuestión.
Algún día dejará de aparecer esta imagen y lo habré olvidado, pero por unos días habré estado sintiendo una punzada de deseo y, también, de vergüenza por ese deseo.