Un golpe…
¿Se absorbe
o
se adsorbe?
La respuesta tiene que ver
con la elasticidad
del golpe
o con la profundidad
de la mirada.
Es una lástima
que no se absorba
conocimiento
sino
que se adsorba.
Diario
Un golpe…
¿Se absorbe
o
se adsorbe?
La respuesta tiene que ver
con la elasticidad
del golpe
o con la profundidad
de la mirada.
Es una lástima
que no se absorba
conocimiento
sino
que se adsorba.
La sincronía de la telefacción
acicate de minerologías
contretantemente aparatosas.
Sinerfológico alcarreico
el dinoloplauso acaricia
la vana tendencia a la mutilación.
Alcreciendo la magia
llueve en la perchería
una pertistente algaranza
que oculta mileranismos.
Crósticos ácratas
sonríen bajo faroles
de radiación gamma
una leyendera gimoteando
bate las añas antípodianas
y un huracán abate mi ánimo.
Unir esas flechas de manera que ese «EM PO RIO» convertido en «EMA PO RIO» se lea como «PO EMA RIO» sin cruzarse, o con un número de puentes igual a cero es un problema topológico imposible de resolver.
Por otro lado, es un problema que no causa ningún problema.
El miércoles pasado no pude sustraerme a la propuesta que realicé en uno de los Talleres de Poesía y Escritura Creativa que defiendo desde hace décadas (ya décadas, sí), en el que proponía marcar bloques de tres o bloques de cuatro palabras en un texto dado y, a partir de ellas, sin usar ningún material adicional escribir un poema.
No es un poema por tachadura, que tanto me gusta hacer, o blackout-poetry, sino una aproximación a una serie de juegos de creación poética mediante técnicas que simulen o trasladen el Collage al verso.
El poema resultante fue recursivo, curiosamente, lo que siempre me gusta por su infinitud inabarcable:
Personajes famosos como
la belleza de
la parte meridional
de la república
entre los años.
Lo confirma el hallazgo
a finales del
pintor nacido en
las tribus godas.Tras haber trabajado en
vegetación de olivos
murió en Madrid.Se conecta con
personajes famosos como
la belleza de
la parte meridional
de la república.
Obviamente, dice el artículo, la Wikipedia está pensada para satisfacer la curiosidad y el desconocimiento de los usuarios…
Es genial o deprimente, no sé muy bien, este tipo de errores que hace temblar ante lo que se avecina mediante inteligencias artificiales aún menos monitorizadas, si cabe, que quien haya tecleado este penoso artículo.
Y quizá acabemos encontrando una obra surrealista inintencionada, lo que no acaba de convencerme como obra, en una Internet 5.0 realizada por y para máquinas o personas a quienes no les importa absolutamente nada el rigor.
En mitad de la noche me despierto y creo que algunas de las tonterías que estoy pensando tienen alguna validez literaria, y luego soy consciente de que la única validez es la ocurrencia, la inmediata aparición de una imagen feliz o un juego divertido de palabras.
Sirve en redes sociales y sitios similares para dar la impresión de que tengo ingenio, pero tan solo es un destello en mitad de la oscuridad.
El otro día escribí esta tontería al lado de la cama, sobre un cuaderno que tengo abierto para poder anotar estas pequeñeces (alguna vez, tan solo alguna vez, ha merecido la pena para algo más que para una entrada de este íntimo diario público):
Quizá lo más interesante de la nimiedad fuese la aparición del verbo mediar que no suelo utilizar:
mediar Del lat. medi?re. Conjug. c. anunciar. 1. intr. Dicho de una cosa: Llegar aproximadamente a su mitad. Mediaba el mes de julio. 2. intr. Interceder o rogar por alguien. Mediará por él en el juicio. 3. intr. Actuar entre dos o más partes para ponerlas de acuerdo en un pleito o negocio. Medió entre los dos vecinos. En la venta del piso medió un agente inmobiliario. 4. intr. Participar o intervenir en algo. En el cambio climático media la mano del hombre. 5. intr. Existir o estar entre dos personas o cosas. Entre las dos ciudades media una gran distancia. 6. intr. Dicho de una cosa: Ocurrir entre dos hechos o dos momentos. Entre estos dos hechos medió su llamada. 7. intr. Dicho del tiempo: Transcurrir entre dos hechos o dos momentos. Medió un mes entre sus visitas. 8. tr. Hacer que algo llegue más o menos a su mitad. Medió el vaso de un sorbo. 9. tr. p. us. Intervenir en algo. Ellos, como miembros de justicia, mediaron la causa y fueron árbitros de ella.
Organizar una velada de cena navideña con las casi 40 personas que asisten actualmente a los Talleres de Poesía y Escritura Creativa de la Asociación Cultural Clave 53 es algo que parecía una tarea titánica, pues tener en cuenta las diferencias en cuanto a días disponibles, a horarios posibles, a casuísticas varias, amén de las necesidades gastronómicas de cada cual (vegetarianismo, celiaquía, intolerancias…), sin olvidar no subir de precio innecesariamente a pesar de las fechas que ocupamos.
Lo hemos conseguido después de varios restaurantes pre-seleccionados como fueron:
1.- Restaurante Portomarín, que fue el primero que se me ocurrió por si no había sitio en otros lugares. Éramos un grupo muy numeroso y los espacios en Madrid (centro) se llenan con lo que había que tener una red de seguridad de un espacio «econonómico» y grande.
2.- El precioso Nanai que se autoproclama espacio cultural y cuyo pequeño escenario nos habría brindando la posibilidad de hacer un minirrecital íntimo, pero que subió el precio (casi 60€/persona) pues no le salíamos rentables. Lógico: estas fechas…
3.- Una opción nipona: Oishii Sushi & Ramen garantizaba opciones veganas, sin gluten… buen precio, divertido, pero el lugar que nos proponían para más de 25 personas no era muy agradable para salir en fotografías con las que presumir en redes sociales y esas cosas.
Por último, me decanté casi por accidente (paso todos los días delante y ni lo había pensado) por un restaurante italiano llamado Pizza Emporio, que está justo enfrente de uno de la famosa franquicia presuntuosa.
No tenía ni siquiera página web en funcionamiento (pizzaemporio.com te lleva a un dominio inexistente), pero como podía hablar en persona con quien lo gestionaba, me personé en el local y concretamos la posibilidad de tener un menú por 23€/persona que incluía multitud de opciones.
Fue un enorme acierto y la gente estuvo encantada del encuentro que hacía más de 2 años que no podíamos organizar por motivos obvios. No sé si repetiremos, pero es bastante probable que se convierta en un lugar a tener en cuenta para eventos de estas características porque el personal fue amable, los precios estuvieron muy ajustados a lo esperado con bebidas extra, no escatimaron agua para quien la pidió, sin coste, y nos hicieron la fotografía que encabeza esta entrada en este diario, hoy, cuando puedo además agradecer a todas las personas asistentes su agradecimiento hacia mí y, también, su tolerancia con pequeños inconvenientes que siempre pueden surgir.
Les ofrecí un par de ejercicios poéticos que espero que sigan manteniendo algo de la buena energía que se generó en la cena:
Repartir un cuaderno en el que ir escribiendo poemas (o lo que se quisiese) a lo largo de la noche pasándolo a quien tuviésemos cerca.
Llevé un libro de Federico García Lorca muy personal para mí: era el primer libro de poesía que había comprado por mi cuenta en una librería en Colmenar Viejo allá por los inicios de los años 80. Me ha acompañado desde entonces, pero quería compartirlo en un proyecto de intervención que consiste en que cada persona lo tenga consigo una semana y lo «intervenga» de alguna manera hasta que dé la vuelta completa a la mesa (a quienes estuvimos en ella ese 9 de diciembre de 2022) o se pierda en sus manos que al fin y al cabo es lo más probable y son buenas manos para que un libro de poesía se extravíe de por vida.
El desapego ha sido difícil, pero también emocionante en varios sentidos de la palabra.
El lunes, mientras escuchaba mi lista preferida de reproducción de Spotify, de Benito Lertxundi, que siempre escucho cuando llueve, me saltó la publicidad con un anuncio que me hizo hecho reír por lo inverosímil que me pareció:
Pero parece ser que es cierto. Hay un software que te entregan, vía rellenar un formulario que no pienso completar, que cancela el ruido de los mordiscos de unos aperitivos cuyo único interés es su crujido. Es decir, que sería más interesante comer, pongamos por caso, un poco de lechuga, o un tomate, que no crujen, para que no nos molesten mientras jugamos.
Menos mal que no juego a esas cosas para las que el crujido es tan problemático. ¿No se puede, sencillamente, prescindir de comer esos pedazos de plástico recauchutado mientras se juega y esperar a un poco después o parar el juego?
Vivimos una sociedad que cada día comprendo menos… y ha dejado de importarme.
🙁
En una página web que no viene a cuento
me encuentro esta expresión
de la localidad de la localidad
que era uno de esos errores felices
que no parece un error
sino un acierto.
La localidad de la localidad
es
convirtiéndolo en un experimento oulipiano
la cualidad de las cosas que las sitúa en lugar fijo de cada una de las plazas o asientos de los locales destinados a espectáculos públicos
el elemento o carácter distintivo de la naturaleza de alguien o algo de lo que tiene entidad, ya sea corporal o espiritual, natural o artificial, concreta, abstracta o virtual situado en población pequeña, menor que villa y mayor que aldea fija de cada una de los asientos que se hacen en los libros acerca del que voluntariamente se presenta para servir de soldado o descenso por mayor unión de los materiales de un edificio a causa de la presión de los unos sobre los otros de los que solo afecta a una parte del cuerpo destinados a cosa que se ofrece a la vista o a la contemplación intelectual y es capaz de atraer la atención y mover el ánimo infundiéndole deleite, asombro, dolor u otros afectos más o menos vivos o nobles públicos.