Mi cama tiene una ventana
directa al corazón de las nubes
que hoy eran albas.
Presagio de invierno
lienzo Malevich.
Yo leía una novela
ambientada en el desierto Saladito
pleno de sal y de muerte.
Entre la página 95
y la página 103
más de un centenar de aves
cuya tipología no sé determinar
desplegaron su síncrono
peregrinar
como motivos móviles
enmarcados
en la infinidad del vuelo.
Asumo que sean estorninos
por el pasaje de Los Cantos de Maldoror
y su relación fantástica
con la geometría.
Tras unos segundos
desaparecieron
sin cometer un salto de eje
por el lado opuesto
al que habían entrado
en mi visión.
(
Soy el centro del mundo.
Soy el cetro del mundo.
)
¿Dónde habrán ido a morir?